martes, noviembre 26, 2024
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La extorsión atenuada

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Las cosas progresan en el País Vasco. Un diputado de Bildu, de cuyo nombre no me da la gana acordarme, ha propuesto que a las empresas que no se comuniquen en euskera y, encima, no rotulen sus productos en euskera, se les ponga una multa de 6.000 euros. Me imagino que los empresarios vascos estarán satisfechos de este enorme avance en la convivencia, nada que ver con lo que sucedía en etapas anteriores, no tan lejanas. Eran los momentos en que los empresarios vascos recibían una amable misiva firmada por el hacha y la serpiente, donde la banda, tras avenirse a estudiar su situación, y habida cuenta de que los beneficios habían sido obtenidos sobre los bosques vascos, las aguas vascas, los cielos vascos y los trabajadores, algunas veces vascos, solicitaban una cantidad bastante mayor de los 6.000 euros, será por dinero. Gracias a esa extorsión se crearon unos bonitos puestos de trabajo, denominados de intermediarios, que consistían en amables personas que recogían el dinero y lo entregaban a la banda.

Gracias a esa extorsión se crearon unos bonitos puestos de trabajo

Podría suceder que el empresario no estuviese de acuerdo con la cantidad exigida, y, entonces, el intermediario servía para solicitar una rebaja o unas entregas en cómodos plazos, con lo que la revolución se adaptaba a la cultura capitalista. También podía aparecer el caso de empresarios con algún trastorno mental que se negaban a secundar estas prácticas mafiosas, unos locos, a los que en el resto de España denominábamos valientes. Pero algunos de estos valientes recibieron un tiro en la nuca o se encontraron con una bomba en los bajos de su automóvil, lo que impulsó un espíritu de gran colaboración entre los chantajeados. Tanta fue la colaboración que asesinaban a un tipo, componente de la partida de cartas, y los aguerridos compañeros no interrumpían la partida, porque las reglas estaban claras.

La multa de 6.000 euros viene a ser una nostalgia de los extorsionadores, una especie de homenaje a los buenos tiempos, incluso un tímido avance de que, algún día, la vida será normal en el País Vasco.

Luis del Val

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