Publicaba este periódico días atrás que los militares que participan en diferentes actos de la Semana Santa son unos 4 mil. Todos ellos voluntarios. Es habitual ver uniformes en las procesiones que se celebran a lo largo y ancho de la península, y con toda seguridad el ejemplo más emblemático es el de la Legión escoltando en Málaga al Cristo de Mena, el Cristo de la Buena Muerte. Tanto el desembarco de la Legión en el puerto, como el traslado del Cristo desde la Iglesia a la Casa de Hermandad en el que ya está preparado su trono –paso malagueño- y el de la Virgen, y la procesión por el centro de la ciudad, es algo que emociona incluso a los no creyentes y a los que tampoco sienten especial simpatía por la milicia.
En estos días podría contarse algo que sucedió hace unos años en Melilla, a donde viajó el Jemad – Jefe del Estado Mayor de la Defensa- para permanecer unas horas con la Legión.
Le explicaron que se encontraba allí una joven de origen marroquí, musulmana, que su integración había sido muy fácil y era muy querida por sus compañeros. El general la quiso conocer. Le preguntó por su vida en el cuartel, donde había más mujeres, y cómo se sentía en esos días en los que los legionarios seleccionados ensayaban con tanta devoción y entusiasmo su participación en la Semana Santa malagueña.
La joven se llevó la mano al bolsillo de la camisa, sacó una estampa del Cristo de la Buena Muerte, y dijo al general: “Alá es mi dios, pero mi Cristo es el de Mena”.
Vaya este pequeño homenaje a los miles de voluntarios que se suman a la Semana Santa.
Son días de vacaciones para casi todo el mundo, y de pasión para los partidos que han sufrido un fuerte revés en las elecciones andaluzas y tratan de cambiar el rumbo para que las del 24 de mayo no se los lleve por delante.
Rajoy ha convocado a la Junta Directiva Nacional para la semana que viene. Una reunión que ha sido idea del presidente, y que algunos de sus colaboradores más cercanos no creen que sea la mejor solución para tratar de ganar el mucho terreno perdido. Uno de ellos no ocultaba su escepticismo “Poco va a salir de una reunión con más de 600 personas. Las decisiones que valen son las que se toman entre diez o doce dirigentes después de analizar las cosas en profundidad, a tumba abierta, y sin miedo a hablar con sinceridad”. Otro en cambio veía en el encuentro la oportunidad de transmitir imagen de unidad después de que en la ejecutiva en la que se debía hacer balance de las andaluzas las ausencias fueron tantas y tan relevantes. Pero aparte de esa imagen, no creía tampoco que de esa Directiva Nacional fuera a servir para impulsar un PP desanimado, y diseñar la estrategia necesita el partido para ganar elecciones.
Un miembro también destacado del PP advertía que los votantes perdidos se dividían en dos clases, los desmoralizados y los desafectos. Los primeros se pueden recuperar; los desafectos ya no vuelven.
También en UPyD pintan bastos, es semana de pasión. Los que defienden el acercamiento a Ciudadanos han asumido que no hay nada que hacer hasta que se celebre el congreso extraordinario después de las autonómicas y municipales. Pero ahí van a ir a muerte para intentar un acuerdo con la formación de Albert Rivera.
No quieren la fusión, sino una coalición en la que los dos partidos mantengan su identidad pero concurran juntos a las elecciones. El modelo sería parecido al de CiU, Convergencia i Unió.
A unos y a otros, pero sobre todo a los de UPyD, se les nota la decepción por la oportunidad perdida: Ciudadanos no tiene infraestructura ni suficientes candidatos, el partido es poco más que Rivera y lo que pesca por ahí sin posibilidad siquiera de buscar mejores. UPyD en cambio tiene sedes por toda España, en las anteriores elecciones presentó candidaturas en todas las regiones y en el 80 por ciento de los municipios, y en coalición podrían convertirse fácilmente en tercera fuerza. Pero… Rosa Díez no lo ve.
Pilar Cernuda