jueves, octubre 3, 2024
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«Punto»

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AL LORO

Dijo Tania Sánchez que no se integraría en Podemos. Y cuando le insistieron los periodistas una vez y otra y otra, respondió eso de “No me voy a Podemos. Punto”.  Vamos, punto en boca, que la palabra de Tania Sánchez es la palabra de Tania Sánchez. Si dice que no se va y además añade “punto”, es que no se va. Bueno, pues se ha ido. Y no como cualquier currito, sino por la puerta grande, en la famosa lista de los 300 que Pablo Iglesias impone a su partido y pretende que sean consideradas unas primarias. Prima… ¿qué?

La famosa lista de los 300 que Pablo Iglesias impone a su partido

Se comprende que haya personas en su partido que sientan que les ha tomado el pelo, y empiecen ya las disidencias. Argumenta Pablo Iglesias que un dirigente político necesita su equipo. Eso nos suena a los que ya llevamos mucha mili en esto del periodismo político. Y no lo hemos escuchado precisamente en personajes de la izquierda.

Por cierto, papelón el que acaba de hacer Iglesias en  Estrasburgo, pero el líder de Podemos sigue encantado de conocerse: se abre sitio a codazos para colocarse en primera fila y ser saludado por Tsipras, pero el primer ministro griego no se da por enterado. A lo mejor no le vio, seamos buenos. Después, cuando Iglesias toma la palabra en el pleno, felicita a Tsipras por el resultado del referéndum, le llama Alexis y le tutea. Como si quisiera demostrar a los más de 500 eurodiputados que si Tsipras tiene un amigo en el Parlamento Europeo es él. Bochorno. Vergüenza ajena.

Recién llegada de los cursos de la UIMP de Santander, lugar de cita habitual en el mes de julio, pocas veces he advertido tanta unanimidad de elogios a un participante del día anterior, Iñigo Méndez de Vigo, el nuevo ministro de Educación. Se ha metido a la gente en el bolsillo. Los que le conocemos de antiguo sabemos que su preparación es excepcional, su agenda de contactos nacionales a internacionales envidiable, y si no alcanzó las alturas en el Partido Popular Europeo es porque no tuvo el respaldo de quien era obligado tenerlo,  un español.  Las rivalidades políticas, que no siempre se comprenden. Méndez de Vigo va a sorprender, porque su aspecto de engolamiento le hace parecer, de primeras, una persona distante, pero ha participado en mil batallas y en todas y cada una de ellas ha demostrado espíritu dialogante, lo que en su ministerio es fundamental. Aunque poco puede hacer, después del desaguisado Wert, que  abrió tantos frentes que nadie quiere su Lomce no solo por el contenido sino porque procede de donde procede, del ministro que deja plantado al gobierno a  cinco meses de unas elecciones generales y a dos meses de que entre en vigencia la ley que lleva su nombre. País, que dirigía Forges.

Habemus tensión en Castilla León. O  más bien habría que decir que se incrementará la tensión, que ya existe.

Rosa Valdeón acaba de ser nombrada vicepresidenta del gobierno, consejera de Empleo y Portavoz. Casi nada. Es una política de las buenas, que ya fue consejera en el pasado y alcaldesa de Zamora en dos legislaturas, pero prefirió no presentarse de nuevo y ser parlamentaria regional, seguramente porque Juan Vicente Herrera pensaba en ella como sucesora. Sin seguramente: pensaba en ella como sucesora. Problema: que  algunos dirigentes provinciales prefieran a una persona menos independiente, más manejable o más amiga de quienes sugieren otros nombres.

Su principal rival para ser en el futuro candidato a la presidencia del gobierno regional es Fernando Martínez Maíllo, recién nombrado vicesecretario general del nuevo equipo de dirección nacional del PP, amigo personal de Rajoy. ¿Entienden ahora por qué se adivina tensión en el futuro? Por si no fueran pocos los inconvenientes para que Valdeón sea la elegida,  su “padrino”, Juan Vicente Herrera, disgustó a la cúpula de Génova y Moncloa cuando  se resistió a presentarse a la investidura  porque quedó a un escaño de la mayoría absoluta y se veía obligado a negociar con Ciudadanos para mantenerse en la presidencia.

Atentos a la jugada. O las jugadas.

 

Pilar Cernuda

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