5.287.300. 22,37%. Las cifras son conocidas: corresponden al número de parados y a la tasa de paro, respectivamente, según la última Encuesta de Población Activa. Hasta ahí las, digamos, buenas noticias, porque nadie puede considerar buenas cifras tan dramáticas como estas.
Nadie, no: está Mariano Rajoy, que las considera parte de lo que ha dado en llamar el “círculo virtuoso” en el que ha entrado España. Si usted no lo ha notado, es que es un cenizo o se niega a ver la alegría en las calles.
O quizás es que forma parte de la otra realidad de la que no habla Rajoy, el digamos círculo exterior a la virtud que oculta deliberada y constantemente el presidente porque supone hacer balance de sus años, más bien daños, de gobierno y, especialmente, de su reforma laboral: la reducción de la población activa desde que es presidente (424.800 activos menos), la destrucción de puestos de trabajo (286.500 ocupados menos), las horas de trabajo perdidas (631.200 menos a la semana), la constante caída de la participación de los salarios en el PIB (2,5 puntos menos), la precariedad (92,6% de contratos temporales) y la desprotección social (un 58% de parados sin prestación de ningún tipo). Frías cifras que no consiguen captar en toda su magnitud el desolador panorama que ha dejado la crisis en un país para el que el Gobierno ha decretado la devaluación permanente.
Rajoy ha metido en la senda de la quiebra a la Seguridad Social con una reforma laboral que empobrece el presente y cuestiona el futuro
Pero permítanme detenerme en la Seguridad Social. Si algo me llamó la atención de la comparecencia de Rajoy fue que se refiriera a ella como “el gran reto de futuro”. Lo dice la misma persona que, desde que es presidente, no ha dejado de meter mano en la hucha de las pensiones, hasta detraer de la misma casi 38.000 millones de euros, lo que ha provocado que el fondo de reserva haya pasado de los 67.000 millones heredados en 2011 a los menos de 40.000 millones de euros actuales.
Si esto es preocupante, más lo es la inexorable realidad a que nos conduce la reforma laboral de Rajoy: es cierto que España está creando empleo y que han crecido las afiliaciones en el último año, alrededor de un 3,2%, pero los ingresos por cotizaciones sociales apenas han aumentado un 0,7%. Esa es la calidad del empleo que se crea: empleo temporal, a tiempo parcial, de salarios depauperados, que apenas sirven de respiro a los ciudadanos que los ocupan y que no ofrecen respiro alguno a las necesitadas arcas de la Seguridad Social. Si esta es el gran reto de futuro del que habla Rajoy, ¿cuáles son las soluciones que ofrece? Una vez más, la callada por respuesta, aunque todos nos las imaginamos: recortes y privatizaciones. Más negocios privados a cargo de los servicios públicos.
Además de recortar sanidad y educación y laminar la atención a la dependencia, además de recortar la inversión productiva y asfixiar con la mayor carga impositiva de la historia a familias y empresas, lo que ha logrado Mariano Rajoy en esta legislatura es meter en la senda de la quiebra a la Seguridad Social con una reforma laboral que empobrece el presente y cuestiona el futuro.
¿España en un círculo virtuoso? España en espiral de fractura debido a las facturas endosadas por Mariano Rajoy y su Gobierno.
Y aún se atreve a pretender comprar voluntades con los Presupuestos Generales del Estado…
P.D.: Hablando de facturas. Debo admitir que, antes del cambio al frente del Ministerio de Educación, era de los que pensaban que Rajoy no se atrevería a otorgarle un retiro dorado al peor ministro de Educación de la historia como embajador de España ante la OCDE. Me parecía demasiado incluso para alguien que había dado sobradas muestras de falta de empatía, de total displicencia, hacia las opiniones de la ciudadanía manteniendo al frente de esa cartera a una persona que había concitado el rechazo unánime por parte de la comunidad educativa ante su ofensiva contra el sistema educativo público, verdadero pilar del progreso y la igualdad de oportunidades.
He de reconocer que me equivoqué al juzgar a Rajoy: no debí olvidar que cuando se tiene una concepción absolutamente patrimonial del poder y de la administración pública no existen barreras a la voluntad. Pero también al juzgar a José Ignacio Wert: si algo han demostrado los liberales patrios es apego a la chequera pública.
José Blanco