El Consejo de Seguridad de la ONU debe velar por la paz mundial y apartar las amenazas a la misma. Cuando enfila a un Estado, éste se encuentra en una incómoda situación, siendo relegado de esa Comunidad como en el caso de Irán. También ocurre cuando un Estado fuerte, como los Estados Unidos, incluye a otro más débil, como Cuba, en su propia lista de proscripciones.
Obama ha conseguido resolver en política exterior varios expedientes que atañen a cuestiones de seguridad. En el caso de Afganistán e Irak ha cumplido su objetivo de abandonar con sus aliados un rol combatiente para limitarlo al del asesoramiento. Otra cosa es que puedan mantener los gobiernos locales la seguridad y nada dice que más adelante no se juzguen necesarias otras intervenciones. Irán era otro problema grave.
La clara intención persa de conseguir el arma nuclear, violando así el Tratado de No Proliferación Nuclear al que Irán está adherido, burlando a los inspectores de la Organización Internacional de Energía Atómica encargada de vigilar el cumplimiento del TNP llevó hace años al decreto de unas sanciones por el CS de la ONU contra Teherán que la situaron entre los proscritos internacionales y le hicieron daño.
El éxito a mediados de julio pasado (poco antes del septuagésimo aniversario de la primera bomba atómica en Hiroshima, el pasado 6 de agosto) de la negociación para asegurar la renuncia iraní al arma nuclear con verificaciones intrusivas y la correspondiente progresiva eliminación de las sanciones facilita a Teherán volver al mundo internacional de los vivientes. Queda la aprobación del acuerdo por el Senado estadounidense (el CS de las ONU ya lo avaló) pero sería absurdo que los Senadores, esencialmente los del partido Republicano, se cargarsen un acuerdo que impide incrementar el número de países poseedores del arma nuclear.
El líder supremo espiritual (y político) del teocrático Irán, Jameinei, ha contrapesado el aperturismo del Presidente iraní Rohaní, patrocinador del acuerdo nuclear con el “diablo” americano (entre otros), afirmando con palabras destinadas a los duros en su país que el acuerdo no altera la enemistad con Washington. La realidad probara lo contrario, y Jamenei, que dio el visto bueno al acuerdo, lo sabe pues tienen los EEUU e Irán intereses comunes sin perjuicio de importantes diferencias. Hay que estar atentos al complicado y movedizo panorama del Oriente Medio donde Turquía quiere una franja de seguridad controlada por ella en territorio sirio, al otro lado de su frontera común, con el triple objetivo de contrarrestar al Califato islámico; agrupar los refugiados sirios en esa franja más que en Turquía; y, por razones propias, acosar al PKK kurdo comunista a pesar de que luche contra ese Califato, lo que puede implicar problemas de legalidad internacional sin un aval de la ONU o de Damasco.
En el caso de Cuba, más privativo de los EEUU (como de Aznar y Rajoy), Obama ha reconocido lo obvio: el viejo embargo y la cuarentena política no han logrado abatir la dictadura castrista. No es aislando el virus que se consigue el objetivo de la libertad sino contagiando a Cuba con la misma reanudando relaciones y suprimiendo el embargo, otra pelota divisiva enviada al Senado washingtoniano para culminar el acercamiento entre Cuba y los EEUU que ya han restablecido sus respectivas Embajadas. Hillary Clinton está en ésta línea. Donald Trump, probablemente no….
Una coexistencia pacífica no significa un aval del castrismo. Otros serán los medios y presiones para democratizar la Perla del Caribe. Entretanto ya se mueven fichas para que empresas extranjeras tomen posiciones en Cuba. Entre los empresarios españoles no debe cundir mucho optimismo vista la poca influencia de nuestro actual Gobierno en la isla. Sólo el Rey lo puede remediar con una visita suya a Cuba.
En ambos casos, Cuba e Irán, ya ha empezado a transformarse internacionalmente el entramado relacional. En esta nueva situación Francia fue muy rápida. El ministro de Exteriores francés se fue corriendo a Teherán y su Presidente ya viajó a La Habana. Quizás nuestro Rey lo tenga difícil con Rajoy y Margallo que no tienen entrada en Cuba por haber criticado excesivamente al hermano cubano, ignorando los vínculos familiares, por seguidismo ciego del amigo americano que con su “volta face” ha dejado en evidencia a nuestro Gobierno. ¡Hasta Franco y Fraga actuaron de otro modo sin, por ello, aprobar el castrismo!
Prefiere Margallo, ministro de lo exterior, dedicarse a Cataluña, un tema interior, como si quisiera avisarnos que Barcelona será un día una capital extranjera. Incluso hizo, según la prensa, el chiste fácil de que Mas es cada vez menos. Esto es un lujo para comentaristas y graciosos privados pero no para un miembro del gobierno y jefe de la diplomacia. Margallo parece un elefante en una cacharrería. Su marcha será un alivio para la política exterior española.
Carlos Miranda
Embajador de España
Carlos Miranda