jueves, octubre 3, 2024
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Justificar lo injustificable

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Hace quince años la banda terrorista ETA cometió un asesinato en Navarra, matando en esa ocasión al subteniente Francisco Casanova. Durante todos los años siguientes al cobarde crimen, sus familiares, amigos y miembros de algunos partidos políticos democráticos junto con dirigentes del Gobierno Foral de Navarra, encabezados en muchas ocasiones por la expresidenta Yolanda Barcina, se concentraban para recordar y homenajear a Francisco Casanova, a la vez que condenar y rechazar aquel brutal asesinato.

A las primeras de cambio, la nueva impronta del recién elegido gobierno nacionalista vasco de Navarra ya ha sido acuñada este mismo año en el homenaje al subteniente asesinado por la mafia etarra. Y el sello de presentación ha sido no acudir al homenaje que se le tributó como todos los años precedentes.

La nueva presidenta, Uxue Barkos, ha justificado su ausencia diciendo que no había sido invitada «expresamente» al acto, y lo que es peor, responsabilizando a los organizadores de su ausencia en ese acto.

La verdad que es curioso como cambian las personas en cuanto cogen el bastón de mando, incluso siendo nacionalistas apoyadas por proetarras y por los antisistemas que reniegan de castas. Lo digo porque ante tan débil excusa para no asistir al homenaje me imagino que a la señora Barkos que hasta hace pocos días iba en alpargatas y pañuelico rojo al cuello siendo una más del pueblo llano, en cuanto cruza la puerta del Palacio Foral y se sienta en el cuero de su butaca presidencial le cambian las formas para recibir invitaciones a las que asistir.

Lo único necesario para asistir son las ganas de dar un abrazo a la familia de la víctima y guardar un minuto de silencio en memoria del asesinado

Me imagino que para años posteriores la familia del señor Casanova ya habrán aprendido que si quieren la presencia de la flamante presidenta en el homenaje a su familiar víctima del terrorismo deberán presentarse con sus mejores galas en el Palacio de la señora Barkos, hacerla reverencia inclinándose hasta tocar casi suelo y esperar a que ella les dé permiso para hablar, en euskera a poder ser y sino les proporcionarán traductor simultaneo para la ocasión, y tras una breve exposición largarse por donde han venido y esperar a que un cartero gubernamental les lleve la misiva de si la señora presidenta puede o no puede el año que viene acudir a la cita, siempre dependiendo de su atareadísima agenda en los meses de agosto próximos. Lo que sí sabemos, y no me cabe duda es que para acudir a charlas políticas a la sede del PNV, ubicada en otra comunidad autónoma diferente a la suya, la señora Barkos no pide invitaciones «expresas».

Es muy fácil decir como ha dicho la señora Barkos que no fue invitada, cuando todos sabemos que en ese homenaje a una víctima del terrorismo como en tantos otros por la geografía española ni hace falta tarjeta de invitación, ni traje de cóctel para las señoras y corbata para los caballeros, ni nada de nada. Lo único necesario para asistir son las ganas de dar un abrazo a la familia de la víctima y guardar un minuto de silencio en memoria del asesinado y en repulsa y rechazo de los terroristas y de los que amparan a los verdugos.

Pero claro, no está de sobra recordar una vez más que esos que amparan a los verdugos precisamente son los que han dado los votos para que la señora Barkos desde la presidencia del gobierno de los navarros pueda tomar entre otras la decisión de no acudir, y de esa vergonzosa manera abofetear a las víctimas del terrorismo una vez más.

En definitiva cuando algunos o algunas como en este caso intentan justificar lo injustificable, sea en euskera, español o tagalo, hay veces que es mejor estar calladita y no intentar justificar lo injustificable.

Carlos Iturgaiz

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