La Comisión Española de Ayuda al Refugiado ha difundido un vídeo en el que un hombre dirige una subasta extraña en la que los participantes hacen una puja inversa y juegan al «quién da menos». Se subastan personas, refugiados. Alguien podría pensar que es un vídeo oportunista, realizado al rebufo de las sangrantes imágenes que estamos viendo en estos días, cuando en realidad fue profético. Se rodó en junio y el vídeo vaticina lo que al final se ha producido: el estallido del problema del masivo éxodo de refugiados y la actitud cicatera de Europa para acogerlos.
La imagen de Aylan Kurdi, el niño que apareció muerto en la orilla de una playa, removió la conciencia ciudadana y obligó a los líderes políticos a virar el rumbo. La Unión Europea elevó su compromiso de acogida de refugiados de 40.000 a 120.000, que hoy mismo ha confirmado la Comisión Europea. Nuestro gobierno también emprendió su particular camino de damasco y tras la previsión de acogida de 2.000 personas, «como Polonia», afirmó la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, ha llegado a proponer una solidaridad «sin límites», en palabras de la ministra Ana Pastor. Hoy la UE ha cuantificado el compromiso español en casi 15.000 refugiados. A este coro reafinado se sumaron, no obstante, voces disonantes que pusieron peros. Solidarios sí, pero teniendo en cuenta que España tiene muchos parados, dijo el portavoz popular Pablo Casado. Acogida sí, pero con cuidado, no se vayan a colar entre los refugiados terroristas yihadistas, afirmó hace unas horas el ministro del Interior Jorge Fernández Díaz, sembrando un miedo irracional que no se sustenta en realidad alguna, tal y como le han recordado organizaciones humanitarias como Save the Children y CEAR.
La Unión Europea elevó su compromiso de acogida de refugiados de 40.000 a 120.000, que hoy mismo ha confirmado la Comisión Europea
Europa tiene que recuperar el tiempo perdido. El tiempo en el que, como el resto del mundo, no actuó para frenar al brutal régimen de Al Assad y no intervino para frenar la guerra civil que ha desangrado el país y expulsado a millones personas; el tiempo en que nada hizo para ayudar a países como Líbano, Jordania y Turquía que han acogido a casi cuatro millones de refugiados hasta que las costuras, finalmente, han estallado. Europa, en definitiva, debe actuar con generosidad para aliviar las consecuencias del éxodo y con firmeza para resolver definitivamente las causas que lo han producido. Para lo primero, hoy ha dado un paso importante. Para lo segundo, los líderes de la Unión no necesitan grandes asesores. La solución la apuntó un niño sirio, Kinan Masalmeh, a un policía húngaro hace unos días: «si paráis la guerra, no tendremos la necesidad de venir a Europa». Si algún día conseguimos resolver definitivamente ambos problemas tendremos que recordar los nombres de Aylan y Kinan en el relato de la historia.
Isaías Lafuente