¿Merecía ser la entrevista de Mariano Rajoy en una televisión 'trending topic mundial', como anunció, ufana, la periodista que le entrevistaba? Que nadie me llame sectario, porque bien quiero que el presidente del Gobierno acierte en su complicada -reconozcámoslo- misión, pero no. Rajoy no dijo cosas que puedan hacer que el país salte por encima de las muchas incertidumbres que lo afligen. Reiterar que las elecciones generales se celebrarán el 20 de diciembre, y no el 13, no es noticia que vaya a conmover al mundo mundial, ¿o sí? Por lo demás, me encuentro entre los optimistas inveterados que siempre esperan más de un hombre que, como Rajoy, tiene muchas dosis de sentido común, de sensatez política, de honradez, en sus planteamientos. Pero estos planteamientos son siempre tozudos, su sentido común es demasiado común y su sensatez sería la que corresponde a un primer ministro de Luxemburgo, no a un país atípico como España, desangrado por querellas territoriales, sociales y políticas.
Rajoy tiene que encontrar otras cosas con las que sorprender al personal que conectaba con su entrevista televisiva, además de que será el 20-d, y no el 13, cuando los españoles concurramos a las elecciones generales. Para ese viaje no hacían falta las infrecuentes alforjas de ir a un plató de televisión. ¿Pactos? ¿Ofertas a los catalanes? ¿Regeneración política? Todo eso fueron preguntas planteadas como de pasada y peor respondidas, esa es la verdad. El presidente de una nación como España merece aceptar otra entrevista, más difícil, más cálida, más curiosona, más profunda, más insatisfecha, más… ¿crítica? Un compañero me dijo que sacó la impresión de que todo estaba pactado y muy pactado, y, reitero, bien que siento, como profesional y como español, decirlo. Mucho nos va a todos en que Mariano Rajoy, que sigue siendo, por el momento, el político más poderoso de España, haga las cosas como conviene. Y que luego gane o pierda esos comicios que ha convocado, a mi juicio demasiado tarde; tendría que haberlos hecho coincidir -muchos lo decíamos desde hace meses- con las elecciones catalanas. Pero esa, ahora, es otra discusión.
Pues hala, a votar el 20 de diciembre, que es fecha en la que estaremos entrando de lleno en esas jornadas de paz y amor tan poco proclives a la reyerta por los votos. Ahora que parece decidido a salir al ruedo, Rajoy tendría que buscar ávidamente titulares, reacciones más allá de las que sus actos y omisiones suscitan en la oposición. Meterse de lleno en 'modo acción', como hacen Albert Rivera y Pedro Sánchez o, en otro ámbito planetario, Pablo Iglesias. Sigue siendo Mariano Rajoy, aunque parece a veces olvidarlo, algo más que el pinpanpún de todos, mucho más que el aspirante a La Moncloa -ya está en ella–. Parece un boxeador situado a la defensiva, nunca a la ofensiva. Definitivamente, está en posición de relevo, e insisto en que mucho, mucho, siento tener que decirlo así, porque las incógnitas que afirmaciones como esta mía abren son no pocas. Y Rajoy, qué caray, sigue siendo un personaje muy válido, aunque no sé si para esta época convulsa que atravesamos. No es, definitivamente, un 'trending topic' en un mundo veloz de ciento cuarenta caracteres.
Fernando Jáuregui