No fue Pablo Iglesias el que buscó al general Julio Rodríguez para que se incorporase a Podemos, sino que fue el general Julio Rodríguez quien se puso en contacto con Podemos, donde encontró las puertas abiertas para formar parte de sus listas al Congreso.
Faltaría más: se trata de un fichaje de altísimo vuelos. Todo un general de aviación con curriculum brillante, ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa –el cargo más importante que cabe a un militar–, que deja en ridículo al PSOE que presentó con gran alarde a la ex comandante Zaida Cantero como miembro destacado de su lista al Congreso por Madrid. Tanto Cantero como Sánchez se empeñan en decir que la ex comandante fue fichada por su trayectoria profesional, no por haber demostrado valor al denunciar el acoso que sufría por parte de un superior, pero nadie lo cree. Porque si el PSOE tenía empeño en contar con un militar en sus listas, seguro que había militares de muy alta graduación en la reserva encantados de contribuir a llevar adelante el proyecto socialista.
Carmen Chacón, por cierto, cuando aspiraba a la secretaría general del PSOE –no lo consiguió, la ganó Rubalcaba por pocos votos de diferencia– le había dicho al general Rodríguez que si conseguía convertirse en la máxima responsable de su partido le gustaría contar con él para su equipo. Chacón, mejor que nadie, conoce la valía del general Rodríguez, aunque posiblemente se habrá quedado con los ojos a cuadros, como muchísimos otros españoles –y no digamos militares-–al leer o escuchar que está a favor del derecho a decidir. Que en roman paladino, o en roman político, significa que se ve con simpatía el proceso independentista catalán.
Haríamos bien los españoles en asumir que hay militares en la reserva a los que habría que dar posibilidad de ocupar cargos de responsabilidad en la llamada vida civil, como ocurre en países menos acomplejados a los que no duelen prendas en aprovechar la experiencia, formación, lealtad hacia su país y conocimientos técnicos de ex generales o ex almirantes. En España sin embargo promocionamos en muchos casos a personajes que no tienen más bagaje que pico de oro, los elevamos a las alturas aunque estén faltos de trayectoria, de talento, de conocimientos y hasta de inteligencia. Así nos va.
Días de infarto con la cuestión catalana. Solo ahora, cuando ven la soga al cuello, reaccionan algunos empresarios que tendrían que haber reaccionado mucho antes, cuando se inició el disparate independentista.
Esta semana, el conde de Godó ha hecho declaraciones públicas de respeto personal, y de su grupo periodístico, al orden constitucional, así como su apoyo a Cataluña y al resto de España. Lo de “el resto” es aportación de esta periodista, últimamente la mayoría de los personajes públicos suelen decir Cataluña y España, como si se hubiera producido la escisión.
Últimamente la mayoría de los personajes públicos suelen decir Cataluña y España, como si se hubiera producido la escisión
Godó no es el único empresario catalán que se ha caído del guindo cuando empezó a ver las consecuencias de que efectivamente se produjera el proceso independentista. En su caso, es posible que el inicio de la reflexión se encuentre en la conversación que mantuvo hace unos dos años con el Rey Juan Carlos. Un encuentro en el que don Juan Carlos, con la sinceridad que le caracteriza –y la dureza, cuando la considera necesaria– , no dudó en criticarle su tibieza ante un proyecto antiespañol.
Proyecto que tendrá impulso importante el lunes cuando el parlamento catalán debata y posiblemente apruebe la declaración secesionista. Pero no quedará ahí la cosa. La batalla la ganarán los buenos. Al tiempo.
Pilar Cernuda