jueves, octubre 3, 2024
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‘El Gordo’

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En la jerga militar de los asesinos de ETA, el posible candidato a la Lehendakaritza de Bildu en las próximas elecciones vascas, Arnaldo Otegi, es conocido con el apodo del «Gordo».

Este mísero personaje que ahora se esconde tras la apariencia de un hombre de paz que busca soluciones pacíficas a lo que su mundo llama el conflicto político vasco, no es más que una pieza del entramado etarra con un currículum sólo digno de las peores alimañas de esa organización terrorista.

El comando al que perteneció Arnaldo Otegi intentó asesinar a mi compañero y amigo Gabriel Cisneros, quien libró su vida milagrosamente por meterse debajo de un coche, pero que vivió el resto de su existencia con las secuelas de los balazos que le metieron en su cuerpo. Otra hazaña del Gordo y sus colegas de comando fue secuestrar a otro compañero y amigo como es Javier Rupérez, privándole de sus más elementales Derechos Humanos. Lo mismo hicieron con el secuestro de Luís Abaitua Palacios con quien jugaban macabramente en su cautividad a la ruleta rusa con la pistola terrorista de esos cobardes colocada en su sien.

El comando al que perteneció Arnaldo Otegi intentó asesinar a mi compañero y amigo Gabriel Cisneros

Pues bien, ahora el denominado «Mandela blanco» por la jauría mediática afín que rodea a este delincuente criminal, ha salido de la cárcel donde se encontraba cumpliendo condena. Y sale con la chulería que caracteriza a estos individuos que lejos de reinsertarse o pedir perdón a las víctimas del terrorismo, se dedican a dar vomitivas consignas políticas en la linea de destruir la unidad de España y ofender a las víctimas del terrorismo.

Además, Arnaldo Otegi fue recibido a su salida de la cárcel de Logroño por hienas enfermas mentales que le homenajean y aplauden como las legiones romanas a César que le vitorean a ese delincuente los asesinatos, secuestros y extorsiones que están en el balance de resultados de esta escoria humana. Y como guinda además, una redactora de informativos de Euskal Telebista en San Sebastián, Laida Basurto, le bailó el aurresku de honor a su salida de la cárcel y presentó su acto de homenaje en Elgoibar.

Desgraciadamente ha pasado bastante desapercibido entre la opinión pública y los medios de comunicación que su primer homenaje recibido se hace en el mismo emplazamiento donde nos colocábamos decenas de personas con un lazo azul en la solapa para pedir la liberación del secuestrado y vejado por ETA, José Antonio Ortega Lara, quien era paradójicamente funcionario de la prisión donde ha estado encarcelado el dirigente etarra. Y después de su akelarre a las puertas de la cárcel de Logroño, le han seguido «homenajes» en su localidad natal de Elgoibar y como colofón un acto multitudinario en el velódromo de Anoeta en San Sebastián. Acertadamente el Delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, pidió la prohibición de esos actos por ser apología del terrorismo. Pero ya teníamos al juez de turno que cogiéndosela con papel de fumar dictaminó que esos actos debían ser vigilados por las Fuerzas de Seguridad del Estado, en vez de ser prohibidos, como debiese ser en un país con una justicia valiente y con tres dedos de frente.

Arnaldo Otegi salió de la prisión donde estaba recluido vociferando que «un preso político vasco salía de una cárcel española». Completamente falso. Otegi sabe perfectamente que sólo hay presos políticos en cárceles de regímenes totalitarios y dictatoriales que él y sus colegas apoyan como en Venezuela o en Cuba. En España no existe ningún preso político, sino criminales asesinos etarras condenados unos por pertenencia a banda armada, y otros por asesinatos, secuestros y extorsiones de personas inocentes.

Para que no faltase nadie de sus coros en su liberación, los principales líderes de Podemos como Pablo Iglesias o Iñigo Errejón así como la portavoz de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo, Marina Albiol  entre otros, le han dedicado en las redes sociales y en los medios de comunicación alabanzas y parabienes a este individuo. Demuestran así que son organizadamente el comando propagandístico de los proetarras, y a la vez, unos verdaderos canallas por ofender y humillar una vez más la memoria y la dignidad de las Víctimas del terrorismo.

Carlos Iturgaiz

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