La condena a pagar 4.320 euros, impuesta a la concejala madrileña, Rita Maestre, por ofensas a los sentimientos religiosos, es tan discutible que muchos juristas dan por hecho que la presentación de un recurso llevará a la absolución. En cualquier caso, es un castigo exagerado. Basta comparar, simplemente, con las situaciones de desamparo que viven muchos españoles víctimas de la corrupción de los gobernantes, el saqueo de las arcas públicas o el fraude a Hacienda.
Rita Maestre, que entonces tenía veintidós años, participó en un acto de protesta en la complutense de Madrid contra la existencia de una capilla católica dentro del recinto universitario, cuando la Constitución consagra el Estado aconfesional. Es verdad que se quitó la camiseta y se quedó en sujetador dentro del recinto religioso, cosa que pudo ofender a los católicos. Pero ha pedido perdón por esa ofensa, si es que existió. Hasta el arzobispo de Madrid ha relativizado los hechos. Es lógico, pues, que el Ayuntamiento de Madrid, con la alcaldesa Manuela Carmena a la cabeza, la respalde ante las peticiones de dimisión. Ni era concejal entonces ni una protesta universitaria entra dentro del código ético que firmó al ser nombrada.
¿Es más grave lo anteriormente relatado que la construcción de una capilla en Prado Nuevo, en un terreno no urbanizable y medioambientalmente protegido, para honrar unas supuestas apariciones de la Virgen de los Dolores? ¿Quién va a hacerse cargo de las obras de demolición de la citada capilla, donde por cierto está enterrada la vidente, ahora que un juez ha anulado la licencia? La Iglesia Católica no dio el parabién, pero sí autorizó una serie de fundaciones una de las cuales, la Asociación de Fieles y Reparadores de la Virgen de los Dolores, cuenta con unas ciento treinta y dos propiedades. ¿De dónde sale todo ese dinero? Hay decenas de denuncias por expolio, amenazas etc. De momento, ninguna sanción de 4.320 euros.
Y qué decir del informe de irregularidades, destapado por el Tribunal de Cuentas, sobre la gestión de Patrimonio Nacional con las subvenciones que otorga a determinadas órdenes religiosas. Una de ellas, de 340.000 euros anuales, se destina a la Abadía Benedictina del Valle de los Caídos por «levantar las cargas espirituales» (porque de las piedras que se caen de la fachada no se ocupan los monjes). Conclusión: ese dinero es para celebrar misas, aunque tampoco está claro dado que no se rinden cuentas de tan alta subvención.
Por «misas diarias, mensuales y anuales» reciben un total de 543.000 euros las congregaciones religiosas de Yuste y el Monasterio del Escorial.
También por «misas diarias, mensuales y anuales» reciben un total de 543.000 euros las congregaciones religiosas de Yuste y el Monasterio del Escorial. Nadie en el ministerio de la Presidencia se ha preocupado por averiguar la razón de estas generosas donaciones de dinero público cuando que la Iglesia Católica recibe una parte del impuesto de IRPF a través de la casilla destinada a su sustento.
Este informe del Tribunal de Cuentas, como los anteriores, dormirá el sueño de los justos y nadie será condenado por ello. Pero cuidado con quitarse la camiseta donde no se debe.
Victoria Lafora