Hace unas semanas escribía en esta columna de ESTRELLA DIGITAL sobre los riesgos y los negros nubarrones que se cernían sobre la Unión Europa con una posible salida del Reino Unido, el llamado Brexit, si los ciudadanos británicos así lo decidiesen en en el referéndum convocado y que se celebrará en el próximo mes de junio en ese país.
Pero como para Europa las desgracias últimamente no suelen venir solas, a los momentos de incertidumbre y de convulsión que están asolando en los últimos tiempos a la Unión Europea, con las crisis de los refugiados, la crisis económica, los atentados en territorio europeo del terrorismo radical yihadista, el auge de formaciones extremistas europeas en cada vez más países de la Unión, el citado anteriormente riesgo de que el Reino Unido abandone las instituciones europeas, pues bien, a todo esto se le podría unir que Holanda tomase el camino de los británicos y apostasen también por abandonar el club europeo, en lo que los analistas políticos han dado en llamar el Nexit, y en ese hipotético caso harían ya un roto y un descosido a la Unión Europea de inimaginables consecuencias políticas, económicas y sociales.
Si Holanda tomase el camino de los británicos y abandonara el club europeo, habría inimaginables consecuencias políticas, económicas y sociales.
No olvidemos que Holanda fue uno de los países fundadores de lo que hoy se conoce como Unión Europea, y a pesar de ser un pequeño país en tamaño y habitantes en comparación con otros del continente, su peso siempre ha sido determinante en negociaciones, mediaciones y acuerdos a la hora de lograr objetivos positivos para los ciudadanos europeos, a la vez que en los últimos tiempos se han destacado por darnos noticias extravagantes como hace pocos días cuando supimos que la mayoría del Parlamento holandés, con la oposición de los conservadores, decidieron que en Holanda el descanso dominical de tradición cristiana no fuese obligatorio, ya que una diputada de izquierdas de origen turco y de religión musulmana, defendió la no injerencia estatal en la práctica religiosa apostando en que cada ciudadano, empresa o comercio tome el descanso o cierre en el día de la semana que mejor le convenga; o noticias infames como los seguidores de un equipo de fútbol holandés que se mofaban y regodeaban de ver a mendigas rumanas tirarse al suelo en las calles de Madrid para coger monedas de céntimos de euros que les arrojaban miserablemente.
Estos días, Holanda vuelve a ser noticia porque su poca ciudadanía que ha ido a votar en referéndum organizado por el Gobierno holandés, por petición popular lograda por los euroescépticos, sobre si aprobar el acuerdo o no de relación comercial con Ucrania, lo ha rechazado mayoritariamente los pocos holandeses que fueron a votar como lamentablemente lo preveían todas las encuestas.
Lo más preocupante del hecho, además del rechazo a un país como Ucrania que sufre el colapso por culpa de la presión e injerencias territoriales y de todo tipo de Rusia, y que además necesita toda la solidaridad y apoyo de la UE, es que todos los analistas políticos reconocen que el resultado negativo de ese referéndum es una advertencia de los holandeses a la Unión Europea de que están dispuestos a bloquear acuerdos con otros países o acuerdos internos de la propia Unión, y que además el hastío de la mayoría de la ciudadanía holandesa con Europa, azuzado por los xenófobos y extremistas de derechas del país encabezados por Gert Wilders y además ayudados por los antieuropeistas de otros lados del continente como el británico Farege, a quien los populistas xenófobos holandeses lo pasearon por esos lares en la campaña electoral, hacen de todo ello un cóctel peligrosísimo que podría desencadenar en poco tiempo en una salida del país naranja de nuestra Unión Europea.
Carlos Iturgaiz