Los golpes de pecho de los líderes políticos reconociendo su propio fracaso que nos lleva a nuevas elecciones, suenan más, me temo, de cara a la galería de próximos votantes que al reconocimiento sincero de lo que sin duda ha sido un alarde de falta de diálogo, de excesos de egos y de ansias partidistas y personales de alcanzar el poder al precio que sea. Escribía Cifuentes creo que un tuit algo en lo que coincido con ella plenamente: además de otras muchas cosas lo que ha venido sucediendo desde el recuento de la urnas hasta hoy ha sido un exceso de testosterona. Lo de las famosas líneas rojas que todos han puesto, se podría traducir en una forma más grosera y coloquial: «De aquí no me muevo por mis co…». Y claro, no. Y menos aun cuando a última hora todos estaban dispuestos a todo a cambio de pillar. Y siento decir que el PSOE de Sánchez ha resultado casi patético desde el principio sufriendo los desplantes y callando ante las salidas de tono de Podemos y llegando al final incluso a admitir la mayoría de las propuestas de Compromís que no eran más que un gesto disparatado y a deshora para tener un cierto protagonismo. El problema de Sánchez -que de alguna forma ha arrastrado al propio PSOE- es que en política no se pueden pagar ciertos precios para ganar y estar dispuesto a extender cheques a diestra y siniestra a cambio de un ratito de presidencia. Nada peor que la excesiva y pública obsesión por conseguir algo para que ese algo se aleje cada vez más de nosotros.
Ciudadanos es el único que ha intentado negociar con unos y otros sin tener demasiado que ganar
Algo muy parecido le ha pasado a Podemos y -como en el caso del PSOE- más seguramente al líder de Podemos que al propio partido. La vida poco tiene que ver con la pizarra de un aula de facultad y cuando te metes en política y a competir con los que desde fuera despreciabas, es bueno diferenciar el mitin del debate, la oferta utópica de la realidad posible, la responsabilidad del pasado con el cambio-necesario- del presente. Y Pablo Iglesias se ha equivocado demasiadas veces porque debió pensar tras el éxito que tenía bula para casi todo y que todo iba a ser aplaudido por lo que ellos llaman «la gente»· Se equivocó con la cal viva, se equivocó nombrando medio gobierno y proponiéndose él mismo como vicepresidente, se equivocó en su relación con los medios que no le aplauden y se ha vuelto a equivocar en su defensa de Otegui por más que luego tratara de matizarla desmarcándose, pero poco, del asunto. Otegui es un ex terrorista que no ha pedido perdón y que habla de los asesinos de ETA como de «presos políticos». Y ya puede elaborar Iglesias el discurso que quiera pero de ninguna forma es bueno que a alguien así se le dé voz en Europa; vale con que no fue invitado por Podemos, pero no vale que se justifique su presencia.
Del PP nada que decir porque ha tenido un papel tristemente autista. Puede que le salga bien la jugada, ese disfraz de armadillo en el que se ha parapetado durante todos estos días, pero no me parece un comportamiento digno de un Gobierno por muy en funciones que esté, como no me parece ni medio aceptable aprovechar un vacío legal o una interpretación interesada de las leyes para no someterse al control del Parlamento. Ganar -si gana- desde la grada, no tiene gloria y carece de mérito.
Y queda Ciudadanos que cuenta seguramente con el respeto de muchos porque es el único que ha intentado negociar con unos y otros sin tener demasiado que ganar. Pero ya tengo dicho que el centro es un lugar siempre equívoco y al ciudadano le gusta tener claro si se está con el PSOE (en Andalucía) o con el PP (en Madrid). Entiendo la argumentación de Ciudadanos en este sentido, pero dudo que esa superación de derechas e izquierdas, que en teoría es lógica, sea hoy por hoy la más indicada.
Y termino como empecé: los golpes de pecho de los que reconocen su fracaso ante el mandato de las urnas pero que se vuelven a presentar todos y por el mismo orden, con los mismos principios y los mismos vetos que dejaron. Al final, como decía del Cura el otro en La Brújula, habrá que elegir Gobierno para España en una tanda de penaltis
Andrés Aberasturi