Esta semana tuve la ocasión de reunirme en Nueva York con el Director ejecutivo del comité contra el terrorismo de la ONU, Jean Paul Laborde, y con su equipo directivo para analizar conjuntamente los últimos acontecimientos acaecidos en Europa con respecto a los gravísimos atentados terroristas yihadistas que golpearon las capitales francesa y belga en los últimos meses.
En ambos lados del Océano Atlántico somos conscientes que estamos ante un terror bárbaro e indiscriminado a la vez que un terrorismo yihadista más moderno, más agresivo y con más recursos que nunca cuya única meta es la destrucción de los valores occidentales, y donde su fanatismo ideológico les lleva a atentar para destruir la libertad y democracia de las sociedades occidentales. Pero sin olvidar que quienes colocan bombas en las ciudades de nuestros países mayoritariamente no son extranjeros, sino que son europeos nacidos y criados entre nosotros, que se han radicalizado aquí, que en muchos casos se han desplazado a Siria a entrenarse para combatir y que han vuelto a casa para matar.
El yihadismo tiene como única meta la destrucción de nuestros valores, su fanatismo ideológico les lleva a atentar contra los occidentales
Es por eso que tras los últimos atentados los ciudadanos de nuestra sociedad europea demandan nuevas medidas para combatir prevenir crímenes como los de París o Bruselas, y los Estados miembros de la Unión Europea deben ser capaces a la hora de trabajar de forma coordinada para dar respuestas y soluciones en clave de seguridad a las demandas de los ciudadanos, ya que no podemos ni debemos actuar a golpe de atentado donde únicamente haya avances provisionales en materia de seguridad cuando nos veamos azotados por el dolor que provoca el terrorismo.
Es por todo ello que quise explicar a mis colegas norteamericanos que el Parlamento Europeo ha tomado las riendas en adoptar medidas antiterroristas con actitudes firmes y constantes a partir de ahora.
Algunos pensarán que es ya tarde, o que se deberían haber tomado antes, y no les faltarán razón en esos comentarios y diagnósticos, pero a la vez es obligatorio dar pasos legislativos unidos por los países de la Unión y por sus fuerzas políticas democráticas en orden a nuevos atentados que desgraciadamente volverán a producirse en nuestro continente.
Así, entre las medidas a tomar, ya ha sido aprobada en la Eurocámara con una mayoría aplastante la Directiva del PNR que consiste en dar información por parte de las compañías aéreas de información detallada de sus pasajeros, y además está previsto que se apruebe en los próximos meses la Directiva sobre terrorismo que permita entre otras cosas tipificar delitos de financiación y organización terrorista así como la proporción o uso de fondos económicos que se utilicen para dichos actos.
A todo esto debemos sumar entre las necesidades de la Unión Europea, el intensificar el intercambio de información y modernización de los equipos de inteligencia y seguridad, desarrollar estrategias contra la radicalización de personas a través de las redes sociales e internet, detención del tráfico de armas ilegales, realización de controles sistemáticos en las fronteras exteriores de la Unión Europea o mejorar la cooperación con terceros estados en materia de lucha contra el terrorismo, especialmente los Estados Unidos y Canadá, así como Turquía y los países del norte de África y Oriente Medio.
Después de los últimos atentados yihadistas en nuestro territorio europeo, los ciudadanos y los Estados mostraron una unidad sin precedentes unidos por el aborrecimiento al daño del terror y la voluntad de actuar para evitarlo, y para eso sólo la firmeza de nuestra sociedad y nuestros valores occidentales, unidos a la unidad de las fuerzas democráticas y el papel de unidad que jueguen los Estados pueden salvarnos a los europeos de caer por el precipicio de la amargura donde nos quieren empujar los enemigos yihadistas de nuestra sociedad que están en guerra contra nuestros principios y valores.
Carlos Iturgaiz