Virginia Maestro es una cantautora que ha recorrido muchas áreas del espectro musical y su industria, sin llegar nunca a parar demasiado tiempo en un mismo sitio. Bajo esa figura pequeña y menuda con aspecto de niña, se esconde una dulce pero poderosa voz y un duro interior. Su cuarto LP de estudio, ‘Bluebird’, lanzado en 2015, podría calificarse, en mi opinión, como el mejor de sus trabajos hasta la fecha. El álbum empieza con ganas. La percusión y los vientos que dirigen ‘The Best’ salen directamente de Motown. Hay algo en la voz de Virginia que a veces suena como si fuera a romperse; una versión un poco áspera de Diana Ross. Pero el álbum no sigue precisamente un predecible estilo de música soul. ‘Places’ es un tema suave y embelesante, mientras que ‘Candy Conditions’ es una vitriólica canción de country rockabilly, que saca el dedo a su anterior sello discográfico.
En una industria que etiqueta a los artistas en cajas pulcras y poco complejas, Virginia sabe muy bien el daño que esto puede hacer. Ella es más que consciente del elefante en la habitación.
Hay una pausa después de la pregunta.
Si pudieras hablar contigo misma la noche antes de ser elegida para entrar en OT en 2008, ¿qué te dirías?
Antes de abordar este tema, Virginia me había enseñado su viejo diario. Ojeé algo culpable la primera página, antes de que lo retirara de mi vista. La primera canción se llamaba ‘Little Woman’. A los 12 años ya componía y tocaba temas para su familia y amigos.
Estaba deseando ver si el resto de personas sentían la pasión que ella misma sentía. Quería actuar. A los 25, viviendo aún con sus padres y tocando en grupos locales, OT era la oportunidad de subirse a un escenario nacional.
Virginia confiesa que fue un arma de doble filo. Aunque ella era muy variada en la selección de su repertorio, versionando desde Radiohead hasta Nina Simone, el hecho era que ella había entrado en una competición vista por muchos como un reality de música mediocre. ¿Los artistas serios jamás formarían parte de un programa así? la música se volvía completamente irrelevante cuando surgían peleas o posibles amoríos entre los concursantes del programa. Los medios querían cotilleos, no la música de Virginia. La experiencia fue dolorosa.
En contra de todo pronóstico, ganó. ¿Valió la pena? Por una parte, le consiguió un contrato con un sello discográfico multinacional. Por otra, fue injustamente estigmatizada por los esnobs de la música como la ganadora de un reality para gente a la que no le gusta la música. Aun así, dudo que ella hubiera aconsejado a su joven “yo” que no lo hiciera.
Bajo el nombre de Labuat, su primer álbum le dio la oportunidad de trabajar con los conocidos DJs de fusión electrónica, The Pinker Tones. Aun al escucharlo años después, la mezcla ecléctica de reggae, soul y lounge mantiene un sonido con una frescura casi como la del primer día. El disco alcanzó el número dos en las listas de éxitos. Su segundo LP, ‘Dulce Hogar’, ya como Virginia Labuat, sin The Pinker Tones, y presentando su propio material tanto en inglés como en español, fue también un éxito de ventas y se escuchó en emisoras como Europa FM y otras de la misma categoría. Ni la propia Virginia esperaba que los programas de mayor audiencia emitiesen su música, y sin embargo el single ‘The Time is Now’ tiene más de un millón de reproducciones en Spotify. De hecho, la propia cantante hubiera estado encantada de que se la pudiera escuchar en Radio 3, pero esto costó un poco más de tiempo.
En algún momento durante la grabación del tercer álbum, ‘Night and Day’, en 2013, la relación con su discográfica empezó a cambiar; quizás porque la artista comenzó a moverse hacia un estilo musical que deseaba explorar. El álbum mezcla con elegancia los sonidos de cuatro o cinco décadas de influencia de música popular americana. Del swing al soul, del country al folk. Labout se fue y ahora es Virginia Maestro, el nombre que le dieron al nacer.
La conversación cambia y se mueve en torno a Nashville. Desde la publicación de ‘Night and Day’ el cariño hacia la música country se vuelve más que evidente. La adolescente, quien vio a Rosa ganar el primer OT y quería llegar a lo mismo, es la misma mujer tenaz que, tras ver la serie americana 'Nashville' decidió que quería conocer la ciudad. Después de ser presentada a través de una amiga al programa producido por la ABC, la jaenesa estaba tan inspirada que hizo las maletas y voló a la icónica ciudad. Allí toco en el Blue Bird café, famoso por la serie, y de nuevo convirtió su sueño en realidad. Confío en que algún día volverá y grabará allí su música. Parece que a menudo Virginia consigue al final lo que se propone.
En la actualidad, Virginia Maestro no forma parte de ningún sello discográfico multinacional. El álbum ‘Bluebird’ se financió gracias a sus fans mediante una campaña de crowdfunding y por fin Radio 3 invitó a Virginia a grabar una sesión para su sección de “Conciertos”.
¿De verdad todo en España sigue siendo tan blanco o negro, de izquierdas o derechas, Madrid o Barcelona, M80 o Radio 3, éxito o fracaso? ¿Siguen las dos Españas absorbiendo esos matices grises, rosas y azul claro hasta volverlos insignificantes?
De ‘Little Woman’ a estrella de reality y éxito comercial, y de ahí a la aclamación de la crítica pero sin contrato discográfico, hay una constante; Virginia Maestro escribe y toca canciones honestas y dignas de la colección de cualquier amante de la música.
Matthew Kennington