lunes, noviembre 25, 2024
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Receta de níscalos, o de quién son los periódicos

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No sé usted, pero servidor pone los níscalos debajo del grifo y luego los deja escurrir. Luego se trocean (trozos grandes), y se pasan por la cacerola donde ya hay aceite (oliva virgen extra, de Canena está muy bien) caliente. Se les da un pase y para fuera, a reservar. Luego se echa un majado de ajos, en él se rehogan las patatas y los trozos de jamón. Una vez está todo, se echa un chorrillo de alcohol (que puede ir desde el oloroso al Pedro Ximénez, quizás whisky o vino blanco, que es lo que menos me gusta), se cubre levemente y cuando ya burbujea el condumio, se añaden los níscalos. Un éxito seguro en la mesa y en la audiencia de internet. Barquitos de pan y clics a pares garantizados.

No le faltará razón a quien piense que el agua y el frío repentino han acabado de degenerar mi córtex cerebral. Pero dejen que les cuente que los cientos, miles, masas, que pinchan en cebos como este situados en todas las web de este país, son los verdaderos dueños de las mismas. Puede darse la circunstancia, y nos referimos a la teoría de los conjuntos, de que esos clics coincidan con los de interesados en política o en el despliegue de las Fuerzas Armadas por el Mediterráneo y a la vez tengan algún fundado motivo para pensar que el fulano Joaquín Vidal tiene mano en la cocina chapucerilla. Puede darse, pero las intersecciones no están demasiado llenas, los conjuntos masivos de la audiencia están llenos de gente que ahora vuelcan su interés variopinto por internet y sus menús, pero que nunca se interesaron por lo que contaba la prensa.

La suma de las audiencias de los diez primeros diarios on-line (o versiones digitales de los impresos) daría para comprar seis o siete veces todos los periódicos impresos de este país. O sea, o que ha entrado un interés por los medios descomunal, o los lectores de la prensa digital no son lectores de periódicos (necesariamente). Son cazadores de recetas geniales como la de las patatas con níscalos, tan otoñal por otro lado.

Y son ellos los que deciden qué se lee en los periódicos. Yo a los dueños de periódico los comprendo –y a los de Estrella Digital, hasta les obedezco. Lo que en un quiosco vale 1,50 eurillos, lo damos gratis por este canal llamado internet. Y las facturas y las nóminas hay que pagarlas. Se conocen casos de anunciantes a los que se les ha desencajado traumáticamente la barbilla de la risa que les ha entrado como se les ha explicado la calidad de un diario. Aquí solo cuentan las K y las M, los miles y los millones de ustedes, reverenciados lectores.

Y tendrán que reconocer que, para leer una columna como esta, o para interesarse por la conjura de Margallo que ha motivado la ira y venganza de Rajoy, hay que echarle más ganas que para ver cómo se guisan los níscalos o, ¡oh prodigio! cómo dos lindos gatitos se pelean elegantemente por un tazón de leche. Los dueños de periódicos necesitan clics a millones para que este invento de hacer información sea rentable, con las tarifas de la publicidad tiradas al suelo,para vergüenza de unos y negocio de otros.

No, a los periodistas no les ha entrado una necesidad compulsiva por explicar los mil y un resortes del orgasmo femenino. Es que el clic apremia hasta al más pintado y sesudo. Y los de los clics en los níscalos –oiga, que salen muy ricos–, en los vídeos de lindos gatitos o los lindos orgasmos, son el peso específico de un medio on-line.

Por eso, cuando alguien pretende informar con rigor sobre asuntos como un truño corrupto, la defensa de este país, los problemas sindicales, las necesidades educativas, los lectores, que son del conjunto de lectores que no hacen intersección, sino que leen periódicos de siempre, pesan poquito. Ergo, el periódico es de los lindos gatitos y sus fanes y sus likes en Facebook.

Y así está la cosa, y así se juega la supervivencia un periódico. Póngase usted en los zapatos de un director de medio digital (un 45 y medio, informo, por si alguien tiene el detalle) y trate de decidir sobre contenidos, categorización, interés, ideología, valores. Y luego busque como loco vídeos de lindos gatitos, ay qué monos.

Traspase usted esta reflexión a las redes sociales y su influencia en la catástrofe de líderes con que nos ha obsequiado este lustro, y luego vaya rápido a la cocina, no se vayan a quemar los níscalos.

Ah, sal y, recomendable, un puntito de pimienta. Y eche bien aceite, no me racanee.

Joaquín Vidal

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