Este martes, 8 de noviembre, sabremos si ganará Donald Trump o Hillary Clinton. Nos va casi la vida en ello dado el peso mundial de Washington.
Si gana Trump (Dios o el Colegio Electoral nos libren de ello) será difícil hacer pronósticos. Las bolsas y los mercados ya están asustados. No es un buen síntoma salvo para los populistas y pro-populistas. Disolverá la OTAN, lo que también les gustará, y su primer viaje al extranjero bien pudiera ser a Moscú para visitar a Putin, y su Rusia ahora cristiana, para fundirse con él en un abrazo.
No es que ello sea una mala cosa «per se», salvo que Trump pretendiese encomendar el futuro europeo a la buena disposición moscovita. Rusia sonreiría ante una Europa sin apoyo norteamericano en seguridad y defensa y nuestros populistas se sentirían, al fin, libres. Los mejicanos tendrían que sacar la chequera y pagar el supermuro que Trump quiere imponerles para que no invadan los EEUU… Vendería armas nucleares a otros países para no tener que defenderles. ¿Y qué decir del deseo de impedir el acceso a los EEUU a todos los musulmanes y de su menosprecio por las mujeres?
El problema de Trump sería el de adaptarse al mundo de verdad
Tantas son las majaderías del candidato republicano que, en realidad, su problema sería el de adaptarse al mundo de verdad, no al que está en su imaginación calenturienta, y en la de otros desencaminados, para tranquilizar a sus aliados a lo largo y ancho del mundo, abandonando sus burdas provocaciones a diestro y siniestro.
La tozuda realidad está llevando a los EEUU prioritariamente a Asia. El momento determinante ha ocurrido durante la Presidencia de Obama. «Pivot to Asia» lo han denominado. China sigue creciendo económicamente, se afirma cada vez más militarmente y tiene posturas que en ciertos casos podrían llevar al enfrentamiento, incluso bélico, con los EEUU y sus aliados en el Pacifico.
Europa es la siguiente prioridad de Washington. En términos de seguridad y defensa, los EEUU desean, desde hace tiempo ya, que los europeos hagan más, pero la desidia real de estos últimos al respecto, a pesar de sus proclamaciones, no altera el compromiso de Washington con una Europa amenazada por el terrorismo y las provocaciones militares rusas. El Oriente Medio está en la agenda americana, incluido el terrorismo califal, pero ocupa un tercer lugar.
El Brexit, la crisis económica y el desbarajuste interno de la Unión Europea preocupan en Washington y hay quienes piensan en reconstruir el vínculo transatlántico mediante un «pacto de crecimiento económico” que una a Estados Unidos, la Unión Europea y el Reino Unido. Bofetón para los que se alegran del abandono británico de la UE, aún no consumado y que tendrá, quizás, que ser aprobado por su Parlamento según recientísima sentencia del “High Court” que Theresa May ha recurrido. Ya veremos, pero el RU no quedará aislado.
Todos estos retos se complican con la evolución de las nuevas tecnologías emergentes que permiten drones autónomos o robots de combate acoplados, por ahora, a soldados de carne y hueso. Ello hasta plantea cuestiones éticas para los gobernantes de este siglo, señala el Presidente del Chicago Council on Global Affairs, Ivo Daalder, y su eventual disponibilidad en manos «equivocadas» supondría riesgos muy serios para los EEUU y sus aliados.
Ya han dejado claro muchos miembros del Partido Republicano que no aceptarán una victoria de Clinton
¿Puede esta complejidad global caer en manos de un histriónico como Trump? La respuesta evidente es que no. En cambio, la experiencia internacional de la candidata demócrata hace de ella la mejor apuesta para la Casa Blanca. Algunos piensan, sin embargo, que no es perfecta. ¿Quién es perfecto en este mundo de lágrimas? ¿Trump?
De todos modos, los que prefieran a Trump no tienen por qué inquietarse. Ya han dejado claro muchos miembros del Partido Republicano que no aceptarán una victoria de Clinton. Como el propio Trump, solo considerarán legítima la victoria de su candidato y actuarán consecuentemente. Inusual hasta ahora en ese país. Por ejemplo, impedirán con sus votos la renovación del Tribunal Supremo. ¿Les suena? Igual que en España cuando ganó las elecciones Zapatero. ¡Hasta en esto va España por delante de los EEUU!
Hablando de España, Rajoy es como Atila y tras su paso no les crece ya la hierba a los que no comulgan con él. Desde el famoso congreso de Valencia, donde cayó la lideresa Aguirre, hasta su nuevo gobierno, en el que Margallo y su estrafalario “G8” anti-sorayista han desaparecido, pasando por los líderes socialistas desde 2011. Solo queda Soraya del Gran Poder y bastantes “mandados”. Tecnócratas, pensarán algunos. Y Cospedal, en armas, para fusionar al PP con el gobierno. Pero, ¿este gobierno, dialogará y negociará con las oposiciones o solo amenazará con convocar elecciones si no se le obedece?
Carlos Miranda
Embajador de España.
Carlos Miranda