martes, noviembre 19, 2024
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HUMPTY DUMPTY

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Cuentan que en una ocasión que debía nombrar a un nuevo general del Ejército, Napoleón Bonaparte pidió que le presentaran a diferentes candidatos. Todos eran grandes militares, con buenas dotes de liderazgo, con conocimientos tácticos holgados y méritos suficientes. Ante la lógica duda de cuál de ellos sería el ideal, Napoleón preguntó: “¿Cuál de ustedes tiene más suerte?”. Los aspirantes se giraron al unísono y señalaron a uno de ellos. “Pues tú eres el nuevo general”, sentenció.

¡Quien sabe qué hubiera ocurrido si se le hubiera hecho esa misma pregunta al líder socialista en Cataluña! Porque Miquel Iceta va camino de convertirse en la viva representación del mal fario después de que sus encendidos apoyos a otras personas hayan dado un resultado completamente opuesto al que pretendía. Primero elogió a Pedro Sánchez con su “líbranos de Rajoy”. Pocos días después, sus propios compañeros de partido finiquitaban el desastroso bienio de Sánchez al frente del PSOE. La siguiente en la lista fue Hillary Clinton a quien dedicó el “Go Hillary Go”. Sólo cuatro días después, los votantes respondieron con un “Hillary Go Home”. Así que, por si acaso… ¡Líbranos Iceta de estar en tus pensamientos a la hora de desear buenos augurios!

Para Pedro Sánchez, no fue suficiente la eficacia contrastada de Iceta a la hora de desear suerte al prójimo. Por eso, esta semana cogió la maleta y se marchó a Nueva York a apoyar a Hillary. ¡Quién le ha visto y quién le ve! Sánchez respaldando a una candidata de la “casta”, como esgrimían sus detractores, mientras en España el mismo Sánchez quería despeñar al PSOE en brazos de los de la “anticasta”.

Entre paseo y paseo por Nueva York, quizá se encontró con Hillary y le explicó el misterioso truco de cómo empeorar tus propios resultados elección tras elección, y quien sabe si, una vez consumado el nuevo revés electoral, el intrépido Sánchez se escapó a Disneylandia para olvidar tantas penas acumuladas en tan poco tiempo. Lo de coger el cochecito para recorrer España, ya si eso lo dejará para un poco más adelante.

Detrás del despliegue de los prohombres de la 'progresía' española, tan animosos a la hora de apoyar a los demócratas, lo que se encierra, una vez más, es la obsesión reiterada del socialismo español por tratar de identificarse con los principios de este partido. Según ellos, el PP es equivalente al Partido Republicano, y el PSOE al Demócrata. Dicotomía que es un grave error. Porque el debate político en Estados Unidos se ubica en la derecha. En contraposición a todo ello, el PP ha mantenido siempre buenas relaciones con demócratas y republicanos. Porque Estados Unidos no se puede entender sin España y España no se puede entender sin ese vínculo atlántico. Por eso, ahora lo que sigue tocando es fortalecer la relación bilateral, fundamentalmente en materia comercial y de seguridad, para plantar cara a los desafíos que tiene la economía mundial y la sociedad internacional.

Esta permanente obstinación de la izquierda alcanzó su mayor gloria en la era de ZP, cuando el PSOE utilizó la imagen de Obama en un vídeo electoral en las elecciones europeas de 2009. En aquel momento los demócratas se enfadaron mucho y lo dejaron muy claro: “Obama no es socialista” y su imagen no podía ser utilizada en un proceso electoral europeo. Por aquel entonces, para el PSOE era mejor asociar su depauperada imagen a la de Obama, seguir negando la crisis y 'olvidar' el hecho de que ZP se quedó sentado en un desfile militar al paso de la bandera norteamericana, foto que se erigió en una metáfora de la “hibernación” de nuestras relaciones bilaterales con la primera potencia del mundo a la que nos condujeron ZP y los suyos durante años. Y es que para los ciudadanos de Estados Unidos, con los símbolos nacionales no se juega.

La necesidad de asociar los principios de la socialdemocracia con los del Partido Demócrata, que defiende ese capitalismo que tanto denosta la izquierda española, esconde una deriva ideológica mucho mayor. Aunque cada país es diferente, y no es fácil extraer conclusiones globales, la crisis que ha afectado a la mayoría de los partidos socialdemócratas de Europa es el resultado de años en los que la izquierda ha estado carente de referentes claros. Un tiempo en el que cayó el muro de Berlín, la extinta URSS abrazó principios del capitalismo, la globalización de la economía avanzó de forma imparable y la Unión Europea creció hacia el Este y apostó por una mayor integración y cohesión. El socialismo empezó a quedarse poco a poco anclado en la nostalgia.

Sólo a mediados de los 90 surgió esa tabla ideológica que lo reflotó en forma de “Tercera Vía”, que en el fondo era una vuelta de tuerca al neoliberalismo, aunque eso sus padres no lo explicaron con tanta claridad. La fórmula la alumbró Blair en Gran Bretaña, la apadrinó Schröeder en Alemania, llegó a gobernar en varios países y fue el camino en el que ZP se refugió tímidamente para construir un relato propio, en contraposición al socialismo clásico de la vieja guardia del PSOE, que le permitió ser secretario general. Desde que la Tercera Vía quedó en el olvido por el agotamiento de su modelo, la socialdemocracia en Europa camina huérfana y acumulando sucesivos fracasos. Y es que, como le ocurrió al famoso personaje Humpty Dumpty, esta caída al vacío de la socialdemocracia puede que genere daños irreparables imposibles de restaurar. Nada mejor que una rima infantil para comprender la realidad más compleja.

Borja Gutiérrez

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