Estaba yo en mi bar favorito leyendo un periódico según el cual el siglo XX quedó definitivamente arrinconado con el fallecimiento de Fidel Castro (¡nada menos!) cuando Pesadillas se acercó.
– ¿Y ahora qué? Tengo, otra vez, sueños angustiosos.
– Todo debiera de estar controlado hasta 2018 cuando su hermano Raúl se retirará, le dije, pero vaya usted a saber….
– Igual Trump invade Cuba, señaló Centrocampista, acercándose con su inevitable copa en la mano mientras debate en diferentes corrillos según le dirija su finísimo oído.
– Ya lo intentaron en 1961 con el desembarco fallido de Bahía de los Cochinos. Acabaron reforzando a Fidel, señaló Pesadillas.
– De los veteranos castristas no queda casi nadie y los que quedan están para el arrastre, respondió Centrocampista.
– Las que permanecen son las Fuerzas Armadas Revolucionarias, auténtica columna vertebral del país, dije yo. Las FAR lo vigilan políticamente y, también, lo controlan económicamente a través de un conglomerado de empresas en las que participan altos mandos militares. Sin su beneplácito nada es posible. Su influencia afectará al verdadero post-Fidelismo. El incipiente se estaba cociendo con poca agua en el puchero.
– ¡¿De una dictadura castrista, de hermano en hermano, vamos a pasar ahora a una dictadura militar?! exclamó y preguntó contrariado Centrocampista.
– Todo son incógnitas, dije yo. Especialmente con la llegada de Trump, que sigue diciendo machadas, dando explicaciones imprecisas y rodeándose de un equipo variopinto, filtrándose más las luchas internas para los nombramientos que por las políticas. Difícil determinar ahora rumbo alguno.
– Si Trump cumple sus promesas, le irá mal a los EEUU, y si no las cumple, le irá mal a él, afirmó Pesadillas. Igual intenta ni lo uno ni lo otro aunque un “ni chicha ni limoná” también puede ser perjudicial, incluso con alguna que otra bandera para despistar.
– Cuba puede ser una de esas banderas, señalé. En todo caso contrastan, y mucho, los comunicados de Obama y Trump tras fallecer Fidel. El primero intenta quedar bien con todos y el segundo ataca brutalmente a Castro y su dictadura. Ello pone en evidencia ese periodo de «pato cojo» en el que los EEUU se encuentran entre principios de noviembre cuando eligen a un nuevo Presidente y finales de enero cuando este último toma posesión. Son casi tres meses de interinidad entre los dos y, en este caso, de incertidumbre ya que ni Trump sabe lo que va a hacer.
– El deshielo entre Washington y La Habana está ya en entredicho, insistió Centrocampista. No obstante, la «vía trumpiana» podría ser muchas veces más la de corregir y renegociar políticas de Obama que la de tumbarlas totalmente. Tampoco querrá Trump dificultar la actual penetración del capitalismo en la Perla del Caribe con su relativa apertura económica pero no política.
– Uno que está preocupado es el Papa, dije yo. La Iglesia cubana invirtió mucho en la reconciliación entre Cuba y los EEUU buscando una evolución del castrismo hacia «algo» más aceptable. No creo que esté dispuesto a renunciar a ello. Por cierto, en esa política de acercamiento España estuvo ausente y falta una visita oficial del Rey a Cuba.
– ¡Pues que se fastidien! dijo, esta vez finamente, Centrocampista. Trump volverá a posturas duras. La Florida anticastrista fue instrumental en su victoria. El exilio cubano se echó a la calle para festejar la muerte de Fidel.
– Se entiende, dijo Pesadillas, pero cuando terminen los festejos debieran de pasar página y favorecer una evolución política en la isla.
– ¡Y a ti qué más te da! sentenció Centrocampista mientras se iba a otro corrillo donde criticaban a Florentino Pérez por no haber pedido el sábado pasado en el Bernabeu un minuto de silencio por Rita Barberá y Fidel Castro ….
– La que se hubiera montado, me dijo Pesadillas.
– Más se montará si el PP hace marcha atrás en su pacto anticorrupción con Ciudadanos, afirmé.
– Ganas no les faltan, replicó Pesadillas.
– En efecto. No hay que olvidar que Rajoy solo entregó la cabeza de Rita para quedarse en la Moncloa.
– Ahora los «viejos» del partido critican a sus «jóvenes» por abogar por su defenestración para reforzar una política anticorrupción que les parecía insuficiente, precisó Pesadillas. Lo peor: el Ministro de Justicia que, tras fallecer Barberá, puso en la conciencia de cada cual lo que hubiera dicho. ¡Ni que alguien fuera culpable del óbito!
– Sentado otra vez en el trono, todo da igual. Además, añadí, al PP le convenía hacer ruido para desmarcarse de cualquier responsabilidad en el trágico final de su ídolo valenciano.
– Fillon ganó el domingo la segunda vuelta de las primarias de la derecha nos voceó, desde otro corrillo, Centrocampista. ¡Será el próximo Presidente francés!
– Mientras no lo sea Le Pen, cualquier cosa, le gritó Pesadillas….
Carlos Miranda
Embajador de España
Carlos Miranda