lunes, noviembre 25, 2024
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Trumpismo exterior

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Cuatro organismos elaboran y ejecutan la política exterior y de seguridad de los EEUU, la aún primera potencia militar y económica mundial, así como el principal líder político del mundo occidental del que formamos parte la Unión Europea y España. 

Son el Departamento de Estado, que lleva la política exterior, el Pentágono, que controla sus ejércitos, el Consejo Nacional de Seguridad (CNS), en la propia Casa Blanca, que puede hacer la síntesis de los dos anteriores, o tener otra opinión, cuya proximidad física al Presidente puede conferirle mucho poder, y la llamada comunidad de inteligencia, de la que la CIA es la más visible. 

Después de elegir Trump a dos militares para dirigir a partir del 20 de enero Defensa y el CNS, acaba de inclinarse por un empresario para encabezar la diplomacia, Rex Tillerson, presidente de EXXON, la petrolera más importante americana. Está muy bien relacionado con Putin por esa razón petrolera en la que los intereses propios de su compañía en Rusia no siempre han sintonizado con los del gobierno de su país más preocupado por el «imperialismo fronterizo» ruso del que la anexión ilegal de Crimea y el intervencionismo militar en el Este de Ucrania son solo dos importantes botones de muestra. 

Queda por ver cuál será la decisión respecto al amplio mundo de la inteligencia estadounidense. Por ahora, solo trasciende el disgusto de Trump con la CIA por avalar ésta la tesis de que Moscú ha interferido en las elecciones del pasado noviembre en beneficio del magnate. Probablemente seleccionará a su frente alguien presto a cambiarlo todo, pero ese mundo es muy delicado y una desestabilización del mismo abriría una ventana de vulnerabilidad desaconsejable. Trump será un Jaimito, pero tonto no es. 

El que un militar encabece Defensa es algo infrecuente en ese país, partidario de que los puestos políticos al frente de los militares sean ocupados por civiles. En este caso tendrá que reformarse una disposición legal que, prudentemente, exige a un militar estar retirado más de siete años para dirigir el Pentágono ya que el General Mattis solo lleva cuatro. 

Es un militar duro con gran experiencia en el Oriente Medio donde los EEUU se han visto obligados a intervenir militarmente más de una vez ganando guerras, pero desgastándose en las ocupaciones del terreno. No es una novedad y otros ejércitos ocupantes lo han aprendido a lo largo de la Historia. Los elefantes invaden eficazmente pero también rompen los cacharros. 

Este General representa la corriente de los militares disgustados con los dirigentes que anteponen criterios políticos a los militares en las actuaciones de estos últimos. El General McChrystal, que encabezó en su día las Fuerzas de la OTAN y de sus coaligados en Afganistán, fue un ejemplo de ello al despreciar e insultar públicamente a Obama, su Presidente y Comandante en Jefe. Naturalmente, fue destituido. 

El General Flynn, que encabezará el CNS, es, como Trump, más islamófobo que enemigo, que también, del terrorismo yihadista. Es otro disgustado como Mattis y por las mismas razones. Ambos piensan que tendrán las manos libres con Trump y que éste seguirá sus criterios a pies juntillas. Quizás, aunque no es seguro que ello ocurra, porque su selección se debe esencialmente a la decisión de elegir a personas «antisistema», aunque conservadoras. Veremos en qué medida les hará siempre caso su jefe y con más motivo confrontados todos con la realidad. 

Tillerson no es un diplomático, ni un político ni un experto en relaciones internacionales. Es un «businessman». Otros empresarios han estado al frente del Departamento de Estado y lo han hecho bien. Tillerson aparenta tener dos talones de Aquiles. El primero es si sabrá adaptarse a la diplomacia. Trump gusta de rodearse de «ganadores» que se imponen sin misericordia a sus adversarios. Eso no es diplomacia.

El segundo es su amistad con Putin. Debiera ser útil para mejorar la relación entre Moscú y Washington, sin duda, pero queda por ver si ello servirá para hacer a los EEUU más fuertes, como quiere Trump, siendo dudoso que Putin se preste a ello; o bien para que Putin apuntale mejor sus intereses en detrimento de los de los EEUU, y en Washington idiotas tampoco son; o, quizás, en detrimento de los aliados de los EEUU, entre ellos los europeos, en especial los del Este, antiguas víctimas históricas de invasiones militares o políticas rusas. 

Las sesiones de confirmación de los cargos propuestos por Trump, cuando sea el caso, en el Senado debieran esclarecernos a partir de enero acerca de estas y otras incógnitas, así como de la relación entre el magnate y su Partido Republicano al que, en realidad, hizo una OPA exitosa, pero eso, una OPA. En el Capitolio ni Senadores ni Congresistas serán marionetas dóciles para Trump, ni siquiera los Republicanos. Ahí sí que habrá negociaciones. 

Carlos Miranda

Embajador de España. 

Carlos Miranda

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