lunes, noviembre 18, 2024
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Periodistas en la UVI, ahora pública

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La Asociación de la Prensa de Madrid -APM-, a la que me honro en pertenecer, tenía hasta hace unos meses un anacrónico seguro médico (de 1973) pseudo-privado-público, los mismos médicos que eran públicos y agobiados por la mañana se presentaban privados y más calmados por la tarde, y este seguro era el principal atractivo del gremio madrileño para asociarse, daba un cierto aire de trato privilegiado en una profesión no muy prestigiada.

Hacía sentirse al periodista siquiera en los ratos de consulta similar a como imaginamos que deben sentirse los ingenieros de minas o los notarios incluso los fines de semana: encantados de haberse conocido.

La Comunidad de Madrid se cansó de pagar parte del asunto, desapareció el seguro médico, no bajaron las elevadas cuotas en proporción pero como consecuencia sobresale más lo que hace la APM al margen de los resfriados, porque edita buenas publicaciones entre las que destaca su Informe Anual de la Profesión Periodística, una radiografía anual siempre de interés.

Entre paréntesis digamos que en el último año se han dado de baja 1.200 miembros de la Asociación (el 17%), que tenían una conexión exclusivamente sanitaria con el colegio profesional.

Para provocar la atención digamos que el Anuario tiene contenido para toda persona interesada en la comunicación; y que si es cierto aquello de que los mineros bajaban canarios al pozo para que les avisara de algún gas mortal, que en las viñas colocan rosales que les alertan de algún hongo asesino, haciendo un símil la salud laboral de los periodistas es una referencia sobre la información que circula por redes y medios.

“El periodismo no va a cambiar; ya ha cambiado”, afirmaba a mediados de diciembre el autor del informe, Luis Palacio, en frase corta y contundente propia de los buenos comunicadores.

Aunque los principios profesionales se mantengan, afirma la APM sin especificar cuáles son, lo demás se ha modificado: las herramientas, los soportes de la información, las vías por las que ésta se distribuye o los condicionantes económicos, sociales y políticos de las empresas de comunicación.

Los efectos del cambio se pueden traducir en que la precariedad laboral se ha instalado, el paro ha crecido un 75% con la crisis y las empresas -especialmente las de prensa escrita- siguen sin tocar suelo en un descenso de ventas e ingresos que parece no tener fin.

El cambio se ha producido, aunque se sigue sin saber hacia dónde marchamos.

El Anuario se apoya en una encuesta profesional realizada en colaboración con la Federación de Asociaciones de la Prensa de España y los colegios profesionales de Cataluña (se deduce que no integrados en la FAPE). De ahí proceden las preocupaciones de los profesionales: el paro como principal problema (52% de las respuestas), seguida de una retribución escasa (16%) y la falta de independencia política o económica de los medios (12%).

Un doble dato de interés recogido en el informe es que dos tercios de los graduados en Periodismo son mujeres y dos tercios de los parados también. La profesión y el desempleo se feminizan.

En cuanto a la industria, la televisión representa ya el 58% de los ingresos de los medios, crece la inversión publicitaria también en internet, continúa bajando en los medios impresos y se estanca la de la radio.

Señalan el informe y sus cocineros «el desplazamiento de los recursos publicitarios hacia el entretenimiento»; y se podría añadir como parte del mismo fenómeno la información como entretenimiento, el infoespectáculo que nos entretiene las noches de los fines de semana y cuando se produce algún atentado terrorista.

Algunas pistas certifican tendencias como el incremento de los autónomos, que en una proporción no menor son falsos autónomos, pues un tercio del total trabaja sólo para una empresa; el incremento del auto empleo como salida solitaria; y la aparición de nuevos proyectos aprovechando la facilidad tecnológica.

Existe una relación directa entre el cada vez más numeroso periodista autónomo y un salario más bajo que el del profesional contratado por una empresa.

Lo digital se va imponiendo en las redacciones, que se siguen llenando de becarios, la mitad sin cobrar, la mitad sin tutor.

Por lo que afecta a quien firma esta columna, que ha trabajado tanto en medios como en comunicación corporativa e institucional, como muchos otros, existe la opinión mayoritaria -entre periodistas y comunicadores- de que la profesión es la misma, y esto es una evolución positiva, se van difuminando trincheras, torres de marfil y supuesta pureza o contaminación dependiendo no de qué haga cada uno, que sería lo normal, sino de dónde lo hace. La lógica dice que la demanda de empleo en gabinetes de comunicación crecerá muy por encima de las plantillas de los medios.

La certificación de los cambios a peor en condiciones laborales del periodista está en el informe y en las palabras de la presidenta de la APM, Victoria Prego, que prevé la continuidad de «la cada vez más baja retribución por su trabajo, lo cual redunda directamente en la pérdida de su libertad y en parte también de su independencia, con las desastrosas consecuencias que para el ejercicio de la libertad de información y el respeto al derecho ciudadano a ser informado tiene y para la salud de una sociedad que pretenda llamarse, y ser, realmente democrática». Tremenda frase pronunciada por uno de los principales notarios de la Transición.

Como uno se autoimpone ser optimista, de la evolución del periodismo madrileño asociado podemos concluir que el enfermo continúa grave, aunque al menos ahora es atendido en las Urgencias sanitarias públicas como el resto de la sociedad, lo que sin duda supone un acercamiento entre lo que le ocurre a la mayoría de la población y el encargado de contarlo.

La APM vende el informe en PDF a 10 euros, lo que no estoy seguro de que sea una buena idea.​

Carlos Penedo

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