Patxi López es a los pasillos del PSOE como Rodolfo Chikilicuatre a aquel desastre casi olvidado de Eurovisión: “perrea, perrea”. El precandidato moderado a las primarias de Ferraz se mueve en el fangoso diccionario de las frases hechas en política y camina convencido de pilotar un nuevo y sorprendente proyecto para la izquierda socialista, fresco y autónomo. Aquel que gobernó Euskadi con el apoyo del PP defiende ahora la exigencia de una formación sólida que se convierta en el antibiótico definitivo contra el virus destructivo de la derecha española. López se ha convertido en el oportunista, en el alumno aventajado que levanta primero el brazo y aprovecha todas las situaciones de desamparo y conflicto para sacar la cabeza y posicionarse. Porque él se lo cree y porque él lo vale.
La estrategia de presentar lo menos malo para dejar fuera lo peor, esto es, evitar como sea la candidatura a primarias de Pedro Sánchez, el príncipe desterrado, se presiente de escaso recorrido. Un parche que no cerrará la herida. Pero el tiempo lo cura todo, que sí, incluso a este PSOE de barones con patente de corso; Rubalcaba, Felipe y Zapatero, entre otros. Los socialistas se han acostumbrado a servir al respetable la misma cena congelada, recalentada, y esto no es bueno, porque se ablanda, pierde sabor y, lo peor, se descompone poco a poco. Y Patxi López es un elemento caducado, que desprende el olor dulce y amargo de lo viejo, de lo amarillo.
Mientras, por el cálido horizonte del sur, se acerca Susana Díaz, cada vez con más apoyos internos y externos, más candidata que nunca, segura de alcanzar la secretaría general. En el PSOE hay cabezas muy bien amuebladas. Es el caso del exministro y eurodiputado Ramón Jáuregui (una pena que no quiera liderar el partido) que una vez más acierta: el problema del PSOE “es que ha perdido su relato”, dice cuando lamenta que “existe un divorcio profundo entre los militantes y la dirección”. Jáuregui no quiere más gritos ni aspavientos en su partido, sino un único candidato que lidere un giro de remontada eficaz. Así, parece entender que Patxi López es lluvia fina que se seca pronto y recomienda el acuerdo/pacto con la presidenta de la Junta de Andalucía; una mujer política sin cartel, o sea, sin imagen, pero con las mismas ganas y empuje que demostró Felipe al principio de los principios. O el caso de Javier Fernández, actual presidente de la gestora socialista, un hombre de la huella minera, muy pragmático y equilibrado, de consenso. Pero no quiere.
Y para cerrar este rondo, la aventura disparatada de Pedro Sánchez, el joven que lo pudo tener todo, pero que se quedó en nada. A Sánchez, en el partido, ya no le apoyan ni aquellos que dieron su imagen por él durante aquella tarde fatídica de la urna ilegal, porque solo se escucha a sí mismo. Créanme, estoy por pagar los 39 euros de vellón, que ni cobre ni plata, para viajar a Sevilla en autobús. No hay nada más divertido que un mitin soleado en la ribera del Guadalquivir, con preparación de pancarta, gorra y vino.
La localidad hispalense de Dos Hermanas se convertirá mañana sábado en el pistoletazo de salida de la campaña sanchista. Pedro, te digo, ya se lo advertía el ingenioso hidalgo al bueno de Sancho: “Habla con reposo, pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala”.
Fernando Arnaiz