TVE es como un circo. El más difícil todavía es la máxima de esa casa. Casi sin quererlo ha conseguido que el representante español en Eurovisión haga el ridículo tres meses antes de ir al Festival. Bueno, lo ha hecho él y todo el que ha tenido que ver en la elección de ese jurado y, sobre todo, en quién ha llevado a energúmenos como los que hacían de público en el plató.
Desde lo de John Cobra, que avergonzó en 2010 a Anne Igartiburu (si llega a estar nuestra Anne este sábado en el plató habría acabado llorando) y a todos los presentes con esa frase tan explícita de «comerme la polla», no se recordaba una gala tan esperpéntica como la vivida este año para elegir al representante español en Kiev.
Un grupo de últras, que bien podrían ser parte de los Bucaneros, de Riazor Blues, de UltraSur o del Frente Atlético, tomó por unas horas el plató donde se llevaba a cabo la gala y terminó abucheando y llamando sinvergúenza a Manel Navarro, el joven al que un tipo de Los 40 Principales y una tipa de Radio 3 y de TVE habían convertido en nuestro representante.
Al parecer, pocos habían previsto que pudiera darse un empate entre dos candidatos, después de sumar los votos del jurado y de los telespectadores, y tuvo que ser Cantizano, o mejor dicho el que se lo dijo a través del pinganillo, el que anunciara que tenía que ser el jurado, el que previamente antes había coronado ya al tal Navarro, el que decidiera.
A partir de ahí todo fue un despropósito, la gente empezó a animar a Mirela como si todos los allí presentes fueran familia de ella, y a decirles a los tres miembros del jurado que fueran justos, sabiendo que los precedentes no jugaban a favor de sus intereses. Y así, primero Xavi Martínez, presentador de Lo + 40 en la emisora 40 Principales, dio su voto al chico, luego Javier Cárdenas a la chica, y finálmente Virginia Pérez, subdirectora de Los Conciertos de Radio 3 y presentadora de Cachistos de hierro y cromo en La 2, daba el voto definitivo al tal Carlos. De poco valía que España, a través de sus votos telefónicos, se hubiera decantado por Mirela.
En vez de aplausos, pitos. En vez de momentos de alegría, de nervios. Allí nadie aplaudía al ganador, todo el mundo le pitaba y hasta le insultaba. El chico, que debió sentirse como Figo la noche del cochinillo en el Nou Camp, terminó entrando al trapo y, como quien no quiere la cosa, lanzó un corte de mangas que se supone que iba a todos esos energúmenos del plató, pero que más de un telespectador quizás pensó que también iba para él, sobre todo si era parte de todos aquellos que habían dado el mayor número de votos a Mirela.
Ni la guitarra querían darle para que cantara otra vez el tema ganador, y Cantizano, que a duras penas acertó a presentarle otra vez, desapareció en cuanto empezó a cantar como si le estuviera esperando fuera un coche con el motor en marcha. ¡Qué espectáculo!. Y pensar que estuve a punto de perdérmelo.
Este año ya no hará falta ver Eurovisión en mayo. El ridículo, por mucho que Manel Navarro no quede entre los diez menos votados como suele ser norma habitual los últimos años, ya está hecho. Federico Llano y Toñi Prieto, los responsables de este vergonzoso espectáculo en TVE, deberían presentar su dimisión este mismo lunes (dejémosle que se lo piensen el domingo). Ah no, es verdad, que si no se les acaba el chollo viajero de todos los años. Si Federico sobrevivió a John Cobra, puede superar no uno sino diez mil cortes de mangas, por mucho que nadie las haya hecho con tanta gracia y salero como Don Luis Aragonés. Las de éste tenían hasta su gracia. Las de Manel, ni pizca.
La mosca