Hoy quiero contarles la triste historia de Justinus Fashanu, Justin, jugador de fútbol británico de padres nigerianos, nacido en Londres el 19 de febrero de 1961, en el modesto barrio de Hackney. Después del divorcio de sus progenitores, Justin ingresó, junto con su hermano John, en un orfanato, siendo adoptado más tarde por una pareja inglesa del condado de Norfolk.
Fashanu fue el primer jugador de futbol profesional que decidió confesar públicamente su homosexualidad, allá en el año 1990, mediante unas declaraciones al diario masivo y sensacionalista The Sun en las que revelaba el secreto a voces de su identidad sexual y en las que afirmaba, para mayor escándalo, haber mantenido relaciones sexuales con varios jugadores de la Primera División inglesa y con un parlamentario adscrito al Partido Conservador.
Su salida del armario, histórica aunque muy reciente, provocó una reacción tan brutal que le costó todo, incluida la vida; pero, con su acción y su palabra, Justin contribuyó decisivamente a la normalización y a la visibilidad del colectivo LGTBI (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales y más), tan discriminado y silenciado todavía hoy en el mundo del deporte y, especialmente, en el ámbito del fútbol profesional.
Antes de avanzar en la trágica vida de este inglés valiente y memorable, deseo recordar las palabras de la escritora y activista estadounidense Audre Lorde, quien dejó dicho que “…cuando hablamos tenemos miedo de que nuestras palabras no sean escuchadas o bienvenidas. Pero cuando estamos en silencio, aún tenemos más miedo. Por eso es mejor hablar”.
El joven Justin inició su carrera profesional en el año 1978, como futbolista del Norwich City. En 1981, después de algunas temporadas de extraordinaria brillantez como jugador, el Nottingham Forest abonó un millón de libras por su fichaje, convirtiéndolo así en el más caro de la historia del fútbol, hasta esa fecha, para un deportista negro.
A Brian Clough, su homófobo entrenador de entonces, no le agradaban nada los insistentes rumores sobre la homosexualidad de Justin, antes incluso de su salida del clóset en 1990, así que lo arrinconó e impulsó su cesión al Southampton. Justin desfiló por el Manchester City, el West Ham, o el Ipswich Town, sin lograr consolidarse en ninguno de ellos.
“Es indignante para mí ver a personas que odian a alguien debido a su sexualidad. No me gusta la intolerancia.
En 1998, cuando ya estaba prácticamente retirado y residía en los Estados Unidos, Justin fue falazmente acusado de abusos sexuales por un joven de 17 años. Inmediatamente fue detenido por la policía y condenado con escarnio por la prensa. Y ello, sin contrastar la noticia, pero avivando con fuerza los más bajos prejuicios discriminatorios, tanto raciales como sexuales. Los cuerpos de policía pertinentes confirmarían más tarde que la acusación era infundada y falsa y, en consecuencia, la denuncia sería archivada, pero ni la policía ni los medios se molestaron en difundir el resultado final de la investigación.
Su hermano John, también jugador profesional de futbol, rechazó completamente a Justin, diciendo: «No me gusta nada que salga el apellido Fashanu en las portadas de los periódicos, relacionado con un tema de este tipo. Mucha gente pensara que soy yo”. Deprimido, angustiado y solo, Justin se suicidaba ahorcándose en un sórdido y abandonado garaje de Shoreditch, Londres, el 2 de mayo de 1998, inmerso en la aguda depresión que padecía como consecuencia del insoportable acoso al que había sido sometido en los ámbitos deportivo y familiar tras asumir, abiertamente y en plena carrera profesional, su particular orientación sexual.
Antes de morir, Justin dejaba escrita la siguiente nota: «Me he dado cuenta de que ya he sido condenado como culpable. No quiero ser más una vergüenza para mis amigos y familia (…) espero que el Jesús que amo me dé la bienvenida y finalmente encuentre la paz”.
Incorporo a mi crónica de hoy las palabras de la cantante estadounidense, Ariana Grande, que hago mías: “Es indignante para mí ver a personas que odian a alguien debido a su sexualidad. No me gusta la intolerancia. No me gusta el juicio. La mayoría de las personas favoritas en mi vida son homosexuales. Es algo sobre lo que soy súper apasionada, porque cada vez que veo a mis amigos intimidados, o que mi hermano ha sido lastimado por su sexualidad, me convierto en una loca furiosa, porque no puedo soportarlo”.
Y termino mi relato recordando que el próximo día 19 de febrero, fecha del cumpleaños de Justin, se conmemorará el Día Internacional Contra la Homofobia en el Deporte, en recuerdo de su persona y de su valiente y fértil gesto.
Su voz, afirmando sin ambages su homosexualidad, nos acompañará siempre y nos recordará que, al tomar la palabra y hablar de su sexualidad, es decir, al nombrar el tabú y las palabras prohibidas, se apropiaba de ellas y las recuperaba en positivo para sí y para todos los demás, interpelando a la homofobia con su propio discurso, en un acto performativo y político que solo se produce cuando la palabra es hecha pública por boca del “sujeto inferiorizado”. Dicho de otro modo, cuando Justin Fashanu reconoce públicamente su sexualidad y dice “sí, yo soy marica”, deja de ser interpelado por el régimen homofóbico del rumor, el insulto, la burla o calumnia y, al apropiarse de un lenguaje que hasta entonces le era tan hostil, es él ahora quien interpela y nombra, reasignando a las palabras nuevos significados y desvalorizando así el insulto.
Justin, con su confesión, se revelaba contra la sujeción al silencio y convertía el verbo en un acto decisivo de reivindicación y transformación de la percepción de la realidad. Y ello, aunque él mismo, incluso, no lo supiera entonces y, sobre todo, aunque nunca llegara a disfrutar de las consecuencias del cambio de paradigma que, para muchos de nosotros, propició la revelación de su “secreto a voces”. Aún sí, queda un largo camino por recorrer en la lucha contra la homofobia en el mundo del deporte, especialmente en el fútbol. Y les pregunto: ¿Conocen a algún futbolista español de la Primer División que haya declarado públicamente su homosexualidad?
El camino está hecho y marcado por hombres y mujeres valientes, por personas inolvidables como Justinus Fashanu, capaces de sacrificarlo todo por defender su identidad en condiciones sumamente adversas.
Vaya, pues, mi agradecimiento infinito al joven Justin.
Ignacio Perelló