Trump quiere independizar los EEUU del mundo mundial, global y universal. América ha de ser la primera y debe evitar mezclarse con las chusmas. Como Napoleón, el cerdo dictatorial y pretencioso de Animal Farm, que consideraba sus puercos más iguales que los otros componentes de la granja y él mismo aún más igual.
Puigdemont, Junqueras y Mas, son más modestos: les basta con irse de España, aunque sea a cualquier precio. Ignoran, al parecer, que Trump les exigiría pagar muchísimo (¡Ay!) por la defensa de Europa incluso sin ser miembros de la Unión Europea y de la Alianza Atlántica, paraísos actualmente fuera del alcance de una Cataluña independiente.
La semana pasada un prestigioso sociólogo catalán, Salvador Giner, intentó explicar en Madrid, en la Fundación Diario Madrid, las profundas razones para marcharse de los catalanes separatistas, incluyendo el actual centralismo castellano… ¡Inaudito! Ninguna parte de España, incluido el Principado, ha dispuesto nunca de tanta autonomía respecto de Madrid. Eso es olvidar, según Giner, que los catalanes no pueden estar al mismo nivel que riojanos o cántabros. Otra vez Animal Farm.
La imagen provinciana que dibujo este catalán razonable (así fue presentado) de su patria chica incluía el enfado de sus conciudadanos porque un 20% de los impuestos que pagan no vuelve a Cataluña. ¡Y vaya usted a saber adónde van a parar!
Quizás, piensa uno, a esos cántabros y riojanos, o peor, andaluces, extremeños, murcianos, castellanos y otros mangantes porque, ya se sabe, «España nos roba» según les han convencido a muchos catalanes unos políticos ávidos de poder internacional o, parece, de dinero corruptamente obtenido. Y reaccionando como unos ricos molestos porque sus impuestos ayudan a menos favorecidos que ellos. ¿Otra vez Animal Farm?
Entre los despropósitos relatados figuró la novedad del agravio de la falta de interés del Gobierno central por el «Corredor del Mediterráneo», vía de comunicación desatendida, ciertamente, por Madrid y que va desde Algeciras a Lyon camino de allende Europa.
Esta dolencia afecta también, si no más, a la aparente chusma mediterránea y meridional situada al sur del Ebro que a quienes están pegados a Francia, cuna de aquellos que, junto a los castellanos, doblegaron Barcelona en 1714 por las armas en nombre de un Borbón, como recordó Giner. No es una reivindicación catalanista. Hay quejas que afectan al colectivo español, como en el pasado la dictadura franquista, sin que ello justifique separatismo alguno. También se cerraron periódicos en Madrid, recordó el periodista Miguel Ángel Aguilar, organizador del encuentro. Luego querrán añadir muros de cemento y alambre de espino.
Para resolver los males descritos por Giner, no hace falta ni independencia ni reformar la Constitución le señaló, no sin una dulce, aunque cruel, ironía, el catedrático de Derecho Administrativo, Santiago Muñoz Machado, miembro del panel del coloquio junto a los periodistas Xavier Mas de Xaxas y Jose Antonio Zarzalejos.
En el fondo de esta temática hay una cuestión de «pelas» artificialmente envueltas en papel de hechos diferenciales que nadie niega o discute mientras no falten a la verdad, justifiquen xenofobias o desprecios.
Desde esta perspectiva, conviene recordar (algunos tienen memoria) que, cuando la negociación de nuestra Constitución de 1978, se le ofreció a Cataluña un Concierto Económico sin perjuicio de que los de Navarra y del País Vasco con la Administración central tengan raíces históricas inexistentes en el caso catalán. No lo aceptaron (¡sorpresa!) Pujol y Roca porque no querían que la Generalitat recaudase impuestos, algo siempre impopular, señaló, acertadamente, Zarzalejos. ¿Listillos regionales? Lo contrario de Hombres de Estado. Naturalmente, la culpa no sería de ellos.
En aquel entonces no se consideró que un Concierto con Cataluña fuese lesivo para la Hacienda de todo el país o de las Autonomías. ¿Qué ocurriría si todas tuviesen un Concierto Económico? ¿O, si solo se añadiese al Principado en esta liga? ¿Inviable económicamente para España? ¿Si los negociadores de la Transición no lo pensaron, porque deberíamos de pensarlo ahora?
Afirman o niegan, según quien abra la boca, que Rajoy y Sanz de Santamaría están negociando «discretamente» (un decir) con Puigdemont, Junqueras y Mas, o el fantasma de este último que recorre aun los pasillos de la Generalitat, una solución para evitar el pronosticado choque de trenes por la convocatoria de un referéndum separatista para septiembre.
Hacen bien, si es verdad que negocian, y de hacerlo discretamente. El recurso interpuesto en 2006 por Rajoy ante el Tribunal Constitucional fue uno de los grandes responsables de la situación actual. Le corresponde solucionarla. ¿Un Concierto Económico para fondear a Cataluña de nuevo en España y que cese la deriva? ¿Y otras “minucias”, como un Senado verdaderamente autonómico? O, federal…
Carlos Miranda