domingo, noviembre 24, 2024
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El autobombo del pene y la vulva

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El patio informativo está más agitado que nunca. El argumento social divide a la sociedad. “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva” es el lema viral de la discordia; el asunto que genera distancia, la campaña que provoca odio. Y el debate, como siempre, hasta dónde llega la libertad de expresión. El tan manoseado derecho a decir, escribir y difundir todo lo que a uno le apetezca, cuando le apetezca. Y lo más preocupante, esa libertad se utiliza cada vez más como excusa detestable para amparar a aquellos que molestan y azuzan, a los minoritarios, a los extremistas y a los radicales. No sigo.

La campaña de Hazte Oír es marketing de libro: busca inexorablemente el impacto urgente, esto es, la provocación y la agitación prevista, anunciada. Y los medios de comunicación le dan la máxima visibilidad, o lo que es lo mismo, prime time, horas eternas de tertulia y mucha red social. No es momento de poner en duda el derecho de esta asociación, como de cualquier otra, a defender lo que quiera, mientras no fomente o incite al odio y a la violencia. Pero, ¿Se cumple esto en el caso que nos ocupa? Ayer mismo, el Juzgado de Instrucción número 42 de Madrid prohibía la circulación del autobús maldito. El juez entiende que Hazte Oír no se limita a exponer, sino que se dirige a personas con una orientación sexual distinta para lesionar su dignidad. Ya está servido el combate que separa y diferencia, que rompe la paz social.

Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión, así lo establece el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en 1948, pero ojo, y cito textualmente: “este derecho incluye el de no ser molestado a través de sus opiniones”. En julio de 1012, el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas ampliaba esto al escenario Internet. ¿Cómo se controla y se vigila la red de redes? Más incógnitas.

El repugnante argumento de algunos para obtener la publicidad inmediata no debe considerarse como noticia de primera página. Las redes sociales, ya lo sabemos, están agazapadas como soportes de mensajes homófobos, e Internet, con su universalidad descontrolada, es el arma perfecta que dispara metralla, que desune y diferencia. Un soporte que debería usarse, por el contrario, para condenar la violencia y el racismo en todas sus vertientes. Pero, insisto, los medios no deben hacer el caldo gordo a los que discriminan y censuran.

Miren, la campaña del autobús naranja es definitivamente apestosa, por el fondo y por las formas. Por supuesto que esta asociación tiene derecho a financiar y promocionar las campañas que le dé la gana, faltaría más, pero hasta ahí. La publicidad que los medios hacen de su burda provocación y la viralidad que facilitan del autobombo que necesitan para simplemente estar, caiga quien caiga, es una maniobra muy poco recomendable y muy peligrosa. Hazte Oír tendría que ser capaz de concienciar sin molestar, de dialogar para comprender, de ayudar para no discriminar, de defender sus posturas con planteamientos sólidos pero flexibles. La intransigencia nunca es buena y menos si viene apoyada por los generadores de opinión pública masiva.

Fernando Arnaiz

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