sábado, noviembre 23, 2024
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Soy un cateto

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Soy un cateto, no hay remedio. Lo dice Miren Gaztañaga que ha pasado por una Universidad del País Vasco –  más potente que Cambridge u Oxford, como todo el mundo sabe-.  No puedo desmentir a una muchacha de tan acendrada cultura, afirmando que haya logrado quitarme ese pelillo de dehesa que en España, con excepción de los vascos y vascas, acarreamos.

Es de cateto ser agradecido. Agradezco a la Gaztañaga y la ETB que me hayan hecho recordar el carácter democrático del insulto. Observo que pijos y poligoneros, pijas y chonis se igualan al insultar y ofender con la misma falta de gracia. 

Soy un cateto; es natural. Si lo dice el dinero público que financia la televisión pública vasca, cómo voy a desmentirlo. Fíjense si seré paleto que, como «progre» de antiguo, creo que el dinero público no esta para molestar y fíjense si seré lerdo que creo que la financiación foral, que permite emitir programas que no ve ni dios, es un privilegio útil para la convivencia.

Soy un cateto, obviamente. 25 000 vascos y vascas, reunidos alrededor de una hoguera, quiero decir una tele, no pueden equivocarse. Miren si seré cateto que, hasta que he visto el vídeo del programita de la Televisión Vasca, no había caído en que había una tele vasca de la que preocuparse. De hecho, los vascos y las vascas tampoco, al fin y al cabo es la quinta televisión que ven.

Soy un cateto, es indudable. Eso no lo arregla el hecho de que conozca la obra de Dolores Redondo y la mitología del Baztán, pues no tengo la menor idea de quién es ni de la magna obra de la tal Miren Gaztañaga.

Soy un cateto, es inevitable. Tanto que ignoro la muy notable contribución de Aitzol Bariandaran, el director del programa de la ETB, a la historia de la televisión y poesía universal, que imagino de largo alcance y bien pagada por el dinero público de la televisión pública vasca, por su aportación al estudio antropológico de la españolidad, en recitado de buen bertsolari imagino.

Soy un cateto, sin alivio alguno. Entenderán que siendo facha, además de atrasado, lo que supone carencia de cualquier habilidad, no sepa estimar que una audiencia de 25000 es un éxito o una representación de una mayoría social.

Soy un cateto, e imagino que «poligonero»; no solo de «chonis» vivimos en la frustrada Mongolia. Tan cateto y tan poligonero que Miren Gaztañaga y el director bertsolari me han hecho recordar el carácter democrático del insulto. Observo, gracias al dinero público de la televisión pública vasca, que pijos y poligoneros, pijas y chonis se igualan al insultar y ofender con la misma falta de gracia. Solo de 25000 vascos y vascas podríamos recibir una lección democrática tan relevante.

Soy un cateto, producto de un atraso secular. Como parte de un pueblo atrasado ignoro la extraordinaria regla económica que permite invertir casi 150 millones de euros al año para un “share” del 2%. Setenta millones para un «share» de casi un 5%, por ejemplo en Telemadrid, parecen a muchos un escándalo. Pero es que, como cateto, ignoro la potencia del dinero público de la televisión pública vasca, financiada con histórico privilegio público.

Soy un cateto; no hay solución. Fíjense si lo seré que se me ha escapado la sutileza, una virtud típicamente vasca, con la que la televisión vasca, la Miren Gaztañaga, el director bertsolari y todos los participantes han corrido a disculparse a la llamada del dinero de Planeta.

La editorial y productora, asustada por la amenaza de boicot a la película, donde la Gaztañaga, a decir de la productora tiene un papel menor, aunque siendo vasca seguro que es iluminador, ha corrido a exigir rectificaciones. Es signo de inteligencia y valentía plegarse al dinero, en lugar de mantener lo expresado, cosa de simples catetos, como es mi caso.

Naturalmente acepto las disculpas de la Gaztañaga, el bertsolari, el dinero publico de la publica televisión vasca y de la  masiva audiencia audiencia de 25.000 televidentes, la mayor parte adolescentes. Lo acepto porque la inseguridad de los catetos nos hace educados. También es posible que lo haga porque soy «un lameculos, rastrero y cobarde» , como muy bien ha descubierto el bocazas de Willy Toledo.

Aunque, en realidad, no me ofendo porque entiendo que hay que reírse de los estereotipos. Cómo voy a ofenderme por una aktore y un bertsolari que hacen ejercicio cortando árboles y lanzando piedras, con lo moderno que es eso.

 

 

Juan B. Berga

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