Hace una semana que Ignacio Fernández Toxo proponía a Unai Sordo, secretario general de CCOO de Euskadi, como candidato a la Secretaría General de CCOO. La propuesta se realizó después de consultar a los responsables de estructuras y a los órganos de dirección del sindicato. De no optar a un tercer mandato extraordinario, le correspondía la responsabilidad y tenía la legitimidad de proponer, después de amplias consultas, una persona candidata.
Y todo ello, con el objetivo de lograr un relevo que garantice que del próximo11 Congreso se sale con la cohesión y unidad que ha caracterizado a las CCOO los últimos años y que siguen siendo imprescindibles en el contexto actual.
El Consejo Confederal valoró y dio su apoyo a la propuesta con 117 votos a favor y seis abstenciones. Por lo tanto, Unai Sordo llegará como candidato al 11 Congreso Confederal y, si se cumplen las previsiones, protagonizando un cambio tan natural como tranquilo. Un cambio impregnado de lealtad a las Comisiones Obreras, esas siglas que son instrumento imprescindible para la defensa de los derechos de la clase trabajadora y aquellos sectores más vulnerables de la sociedad.
Después de dos mandatos, ocho años, capitaneando las Comisiones Obreras, Ignacio Fernández Toxo tenía la posibilidad de continuar al timón de manera extraordinaria durante otro periodo de cuatro años. Es tan cierto que en CCOO hay un gran banquillo para liderar el sindicato como que Unai Sordo concita un enorme consenso en la organización.
Es una persona con experiencia, solvencia y capacidad demostradas en un entorno como Euskadi, especialmente complicado para abanderar el sindicalismo de clase, social e independiente de partidos políticos. Sordo es, sin duda, referente de ese sindicalismo cuya única patria es la clase obrera organizada. Además, aporta también un relevo generacional.
A día de hoy, todo indica que Unai Sordo personificará el relevo en la Secretaría General y liderara la renovación de políticas, procedimientos y forma de gobernarnos que de forma colectiva hemos iniciado en las Comisiones Obreras. Una renovación que en nuestro sindicato es permanente en los equipos y en las decisiones que se adoptan. Nunca ha sido este sindicato amigo de forzar cambios que pueden resultar tan llamativos como esperpénticos, porque renovar no es siempre sinónimo de algo positivo.
En mi opinión el mayor renovador que hay en el mundo es Donald Trump. Con su maléfico perfil en las redes sociales, con medias verdades y mentiras permanentes, con 140 caracteres en Twitter está siendo capaz de abanderar el peor de los populismos mundiales. Trump ha elevado la demagogia barata al gobierno del mundo. Y lo peor para el futuro es el alumnado que intenta seguir sus huellas.
En las Comisiones Obreras, a pesar de la pluralidad y los duros debates internos que a veces tenemos, siempre se han impuesto el sentido común de la responsabilidad por encima de intereses personales y partidistas. Tanto en Madrid como en España la renovación en el sindicato es como lluvia fina y siempre da resultados.
Crecemos en afiliación, ganamos con diferencia las elecciones sindicales y en una estrategia de resistencia, lucha y movilización permanente hemos impedido que muchos puntos de la reforma laboral se apliquen, como es el caso de la ultractividad de los convenios. En Madrid hemos acometido nuevas formas de movilización sindical que han contado con la complicidad de la sociedad, como fue el caso de la huelga de limpieza siendo aún alcaldesa Ana Botella.
La ofensiva ultra contra el derecho de huelga también la paramos en nuestra región y ningún sindicalista procesado, a pesar de años de calvario, ha dado con sus huesos en la cárcel. Hemos hecho frente a una riada de EREs con casos como el de Telemadrid, un expediente propiciado por el PP más ultra que se evidenció ilegal. Las constantes victorias judiciales contra la planta embotelladora de Coca Cola en Fuenlabrada son otro ejemplo de pelea imparable de una plantilla concienciada, cohesionada y unida en complicidad con las CCOO y sus servicios jurídicos.
Solo en Madrid han sido, según datos de la Delegación del Gobierno, más de 14.000 movilizaciones participadas por las Comisiones Obreras. Movilizaciones que han parado las privatizaciones, enfrentado a los recortes y defendido nuestro Estado de Bienestar. Y que han propiciado cambios políticos y sociales. La correlación de fuerzas ha variado en estos cuatro años y por eso nuestra estrategia pasará a la ofensiva.
Es cierto que en el ámbito interno del sindicato nos encontramos, en mitad de los mandatos que finalizan, con un momento duro e impensable. Tuvimos que plantearnos un debate, tras el sorprendente caso de las tarjetas black, que ha hecho de CCOO una organización transparente, con paredes de cristal, en el que cada gasto está justificado, cada movimiento fiscalizado. Siguiendo al refranero, “no hay mal que por bien no venga”.
Toxo ha cumplido los ocho años de mandato previstos para liderar las Comisiones Obreras en un tiempo especialmente duro. Yo cumplo la mitad de ese tiempo con una Comisión Ejecutiva, conformada mayoritariamente por mujeres, que en estos cuatro años ha aprobado prácticamente todo por unanimidad. Unidad y cohesión han sido los pilares necesarios para resistir, acometer cambios y profundizar en los cambios de la organización madrileña de CCOO. Ese será el objetivo de los próximos cuatro años. Estoy convencido de que los relevos naturales, tranquilos y sin forzar máquinas son el mejor camino.
Jaime Cedrún. Secretario General de CCOO de Madrid.
Jaime Cedrún