Tras un proceso en el que han participado directamente alrededor de 30.000 afiliados y afiliadas en 350 asambleas, el pasado viernes concluía el 11 Congreso de CCOO de Madrid.
El Congreso, que ha decidido reelegirme como secretario general de las Comisiones Obreras de Madrid, ha tenido un gran protagonismo de las delegadas; no sólo porque mayoritariamente han intervenido defendiendo enmiendas, defendiendo candidaturas , elaborando el plan de trabajo, sino porque tanto la presidencia, como la secretaría y la secretaría adjunta de la mesa presidencial ha estado en manos de mujeres.
Que esto haya sido así, es algo natural que no ha habido que forzar. CCOO es la sociedad misma y en la sociedad madrileña es indiscutible la mayor influencia de los nuevos sectores de servicios, mayoritariamente feminizados.
Independientemente de los debates de un Congreso, a veces acalorados, las Comisiones Obreras de Madrid continúan su andadura con un proyecto de futuro, con una hoja de ruta aprobada por el 80 por ciento del Congreso, que nos indica qué queremos hacer y cómo lo queremos hacer.
Esa hoja de ruta contiene unos objetivos inmediatos con uno que sobresale: la batalla contra la precariedad, que también lo es contra la desigualdad y la pobreza. Siempre he afirmado que hay contratos malos porque hay empleo malo.
Por tanto, la batalla por el modelo productivo tiene que ser un elemento central en la lucha contra la precariedad. Tenemos que negarnos, y nos negamos, a que exista precariedad, a que haya una clase de trabajadores precarios.
En segundo lugar tenemos que acometer con rapidez un reto fundamental, ya que se ha creado el Consejo del Dialogo Social. La estrategia de empleo que acordamos hace unos meses, tal como vengo explicando, es insuficiente. Esta estrategia es sólo una parte de una reivindicación más amplia. Esto es, la imperiosa necesidad de que se ponga en marcha el plan de choque que hemos propuesto. La Comunidad de Madrid no puede vivir en la trágica paradoja de que siendo la región más rica de España, haya pobreza, haya trabajadores y trabajadoras pobres.
El tercer pilar de los objetivos prioritarios de CCOO de Madrid está directamente relacionado con la nueva realidad laboral. Cada vez son más las personas que no tienen un centro de trabajo o, al menos, no tienen un centro de trabajo fijo. Por ello se requiere una mayor facilidad de la ciudadanía para acceder y contactar con el sindicato y, por ello, vamos a reforzar el trabajo comarcal, creando incluso, una Unión Comarcal en Madrid capital.
Otra de las actuaciones que inmediatamente vamos a reforzar, a la ofensiva, es la apuesta de toda la organización en defensa del empleo público y los servicios públicos. Hay que poner en marcha un proceso de movilización para recuperar el empleo, los salarios, la calidad del empleo y las inversiones para que, desde las políticas públicas también se combata la desigualdad. Apostar por servicios públicos de calidad es apostar por el equilibrio y la cohesión social.
Y, por supuesto, daremos un mayor impulso a la lucha contra la violencia de género y contra el terrorismo machista. Desde ya, convoco a todas las organizaciones feministas y sociales para encontrarnos y poner en común un compromiso social contra ese terrorismo. Tenemos que aunar fuerzas y complicidades de forma generosa y sin protagonismos para alcanzar acuerdos que pongan fin a esta terrible realidad.
Evidentemente el trabajo que tenemos encomendado para el futuro es grande. Defender y reconquistar derechos a la ofensiva requiere de esfuerzo, unidad y cohesión. A nadie se le escapa que el proceso congresual vivido en Madrid, como en otros lugares, ha sido tenso. Ahora, como es tradición en las Comisiones Obreras desde que se fundaron, es el momento del respeto, la lealtad y la responsabilidad. La estrategia, como clase que somos, es la misma para quienes conformamos CCOO. El objetivo está claro: que la clase trabajadora avance.
Jaime Cedrún