Eso afirman los socios del club Mar-a-Lago, la urbanización de lujo del promotor inmobiliario Donald Trump, un millonario reconvertido en Presidente de los EEUU. Los que le votaron probablemente no pensarían como disociaría su actividad presidencial de la particular para evitar que sus intereses privados condicionen su actividad pública.
Una forma habitual en los EEUU para evitarlo consiste en dejar la fortuna del elegido para un cargo público en manos de un gestor independiente. Trump se limitó a pasar la administración de la suya a sus hijos, sin olvidar que su yerno, Jared Kushner, y su hija Ivanka ocupan puestos importantes en la Casa Blanca. Toda una confusión político-familiar bien servida.
Un primer efecto ha sido posiblemente la subida de la cuota de entrada para ser miembro del club de Trump situado en Palm Beach, residencia de millonarios, en Florida. Elegido Trump en 2016, esa cuota pasó, en enero de 2017, de cien mil a doscientos mil dólares.
Trump utiliza ahora Mar-a-Lago como «Casa Blanca alternativa» para recibir a invitados de alta cama política y agasajarles cerca de los socios del club. Codearse a corta distancia con importantes dignatarios internacionales bien vale una cuota doblada: «Les vi con mis propios ojos” dirán, como quien contempló a unos elefantes en un safari africano.
La primera de estas atracciones en Mar-a-Lago fue el Primer Ministro japonés Abe. Otro elefante fue, esta semana pasada, el Presidente chino Xi. Este líder comunista es actualmente el adalid del libre comercio mientras el republicano norteamericano emprende el camino de las barreras arancelarias. Curiosidad: ambos son capitalistas….
Xi estaría dispuesto a invertir en infraestructuras en los EEUU. En vez de llevarse a China fábricas americanas de automóviles, Xi se haría dueño de autopistas estadounidenses. Eso está haciendo China en medio mundo comprando empresas, muy especialmente dedicadas al acceso a materias primas, aunque no solo.
Xi invitó a Trump a viajar a China este mismo año. Debieran resolver negociadamente sus diferencias que afectan también a cuestiones importantes de seguridad global como la situación de Taiwán, la reclamación fáctica por Beijing del Mar de China meridional mediante islas artificiales o el medio ambiente. También está la cuestión del armamento nuclear de Corea del Norte hacia la que Beijing ejerce una benevolencia injustificada y peligrosa. No hay muchas noticias sobre eventuales avances en Mar-a-Lago y algunos especulan con que Trump quiere cercar a China con la ayuda rusa. Esto último se habrá complicado con la andanada de misiles crucero trumpianos del viernes pasado en Siria.
Cuesta pensar que nada comentaran Trump y Xi el jueves respecto a Siria, Rusia y al último ataque con armamento químico a civiles sirios atribuido, salvo por Moscú, al régimen de Asad, así como de los vetos ruso y chino en el Consejo de Seguridad de la ONU a una Resolución condenatoria de Siria. Terminada la cena con Xi, los EEUU bombardearon la base aérea siria con innumerables misiles, eso mismo con lo que, y por el mismo motivo, amenazó Obama hace tres años con el solo apoyo francés, disuadido por una hábil maniobra rusa que llevó a un desarme químico sirio tan poco verídico como pueda serlo, quizás, el desarme de ETA.
Demócratas y republicanos han apoyado a su Presidente, incluida Hillary Clinton. Rusia, enfeudada con Asad, niega la autoría siria de esta barbaridad que muestra como la supervivencia de Asad y sus alauitas (una rama chií) es para ellos más cuestión de vida o muerte que de negociación.
Esta intervención de Trump es un giro, provocado posiblemente por los vetos citados en el CS, frente a una previa indiferencia respecto de Asad. Es también una demostración de impotencia política que debiera de hacer reflexionar a Trump sobre lo peligroso de reducir en un tercio el presupuesto de su diplomacia.
Y ahora, ¿qué? ¿Solo un aviso para no volver a usar armas químicas o también quiere Trump que se vaya Asad? Esto último acaba de afirmar su Embajadora en NNUU, Nikki Haley. Pero la ONU quedó apartada por un Trump precipitado, aunque de ello también se encargaron antes Putin y Xi protegiendo a Asad en el Consejo de Seguridad, y éste, anteriormente, utilizando armamento químico. ¿Con qué fin? Putin debiera saber que los perros no siempre están bien amaestrados, lo que no le impide amenazar, junto a Irán, con represalias si los EEUU reinciden.
¿Afectará todo ello a la admiración trumpiana por Putin? El actual Zar fue avisado para evitar tocarle por error algún cataplín suyo en la base siria. También algunos aliados de Washington esenciales de cara a Siria: Reino Unido, Francia, Alemania y Turquía. ¿Y España? Los buques americanos involucrados en la acción tienen su base permanente en Rota. Parece que no. Ni por cortesía. ¿Será que Rajoy no habla suficiente inglés? A Tillerson, bien conocido de Putin, le toca ir a Moscú pronto. Esperemos algo positivo.
En EEUU, los partidarios de Trump utilizarán el ataque para contrarrestar las alegaciones de connivencia con el Kremlin durante la campaña electoral. Mientras, el Presidente republicano de un Comité sobre Inteligencia, Nunes, dejó su cargo ante acusaciones de actuar parcialmente en favor de Trump en la investigación parlamentaria.
¿Ocurriría esto en España?
Carlos Miranda es Embajador de España
Carlos Miranda