“En política se puede hacer de todo menos el ridículo” ese era uno de los consejos, prestado por Tarradellas, que le hemos leído, más de una vez, a Carme Chacón. Una regla que ella cumplía bastante a rajatabla.
La última vez, se lo hemos leído en un tuit que dedicaba a Rufian, afeándole su poco decoro parlamentario, por decirlo finamente.
En política se puede hacer de todo menos el ridículo. Un consejo de Chacón que Rufián, Garzón y Colau han ignorado, para su desgracia”
La muerte de Chacón ha herido a los hombres y mujeres del socialismo español. Vinculados o no a sus posiciones políticas, todo el mundo en el PSOE lo reconoce: representaba la identidad del partido. Lo mejor que se puede decir de un líder o de una activo político en cualquier formación. Con la igualdad en su ADN político y una inquebrantable voluntad de mayorías sociales, representaba parte de lo que el PSOE busca desesperadamente.
Todas hemos perdido con la muerte de Carme Chacón. De acuerdo: ella no inventó la lucha por la igualdad, ni con ella concluye. Tampoco pretendió nunca fingirlo. Pero como diputada y dos veces ministra nos dio algo que las mujeres valoramos: visibilidad.
Fue ministra de defensa; uno de los más exclusivos clubes donde se fabrican guerras y se acoquinan pueblos, dónde cualquiera que pasa por allí se convierte en mariscal, por muy pacifista o civil que fuere. Chacón puso talante y talento para gobernar un jardín de egos que empezaba en su propio JEMAD y acababa en el último tipo con mando.
No es improbable que muchos socialistas opinen que debieron elegirla como líder, visto lo que siguió. En todo caso, ella no se lo reprochó nunca. Eso sí, se alejó de lo que no creía, renunciando a escaños de Iceta y Zapatero, a responsabilidades y dando un paso atrás, hasta que decidió apoyar a Susana Díaz.
En todo caso, “en política, todo menos el ridículo” es un consejo que la nueva política no parece pillar.
La última vez que Chacón afirmó tal cosa fue ante la memorable falta de decoro de Rufián que, entre otras lindezas, espetó a un compareciente en el Congreso: “hasta pronto, ganster, nos vemos en el infierno”. La idea esta de infierno y gánster no es original y ya la pronunció un diputado de la CUP, Fernández.
Más allá de que es del nivel de ideas de Rufián: pensamiento que quepa en un tuit, Rufián acusa, sin ser juez, no deja hablar, autoritario que es el chico y, sobre todo, practica la amenaza fascista de enviar la gente al infierno. Todo sea por su compulsiva necesidad de hacerse un hueco en los medios.
Podríamos darle consejo similar a Alberto Garzón, muy ocupado seguramente criticando la legalización del PCE o la transición, que no acudió a ofrecer su respeto a Carme Chacón, al igual que el resto de la dirección de IU.
Consejo que se merece Ada Colau, No recuerdo que Chacón, que mandó fuerzas armadas de verdad, ordenara elaborar archivos sobre la ideología de sus soldados. Pero ya se sabe que era de la política vieja.
Lo nuevo, nuevo, es lo que hace Colau: abrir un fichero sobre “ideología” de aquellos policías que están siendo investigados por ella misma o penalmente, eso si, sin pedirle permiso a un juez para recabar datos personales.
En fin, echémos de menos a Chacón mientras aguantamos el ridículo de lo nuevo.
Libertad Martínez