Libia, 27 de mayo de 1942. Rommel, jefe del Afrika Korps alemán y de las fuerzas expedicionarias italianas, inicia su segunda ofensiva con un ataque frontal a la línea Norte-Sur británica, desde Gazala hasta Bir Hakein. Por el sur lanzará sus mejores divisiones para tratar de envolver y rebasar las posiciones enemigas. Si lo logra, Tobruk (enclave estratégico) caerá, y con ella, el canal de Suez, su objetivo final.
La posición clave es Bir Hakeim, un antiguo fortín turco, defendido por la 1ª Brigada Francesa Libre (opuesta al gobierno títere de Pétain) y un batallón de voluntarios judíos. Unos 4.500 hombres que han de enfrentarse a cuatro divisiones acorazadas. Estos batallones están compuestos por franceses, belgas, alemanes, austriacos y mil españoles republicanos que se han alistado, para proseguir su lucha por la Republica.
Los hombres esperan con los huevos en la garganta. Sudorosos, sedientos, bajo un sol de justicia, los sirvientes de los cañones anti-carro, otean el horizonte esperando a los tanques enemigos. De repente, caen los pepinos de la artillería volviendo locos a los defensores. Al poco, la tierra tiembla bajo el peso de los blindados, que se lanzan a un ataque frontal contra la posición.
Es el primer ataque y son los italianos los encargados de realizarlo.
Los blindados de la Ariete, pese a las minas y a la dura reacción delos defensores, consiguen introducirse en la posición. Todo parece perdido. Pero entonces, se escuchan gritos en español: “¡Como en Madrid! ¡Como en Madrid!” Un legionario español, vasco por más señas, .llamado Artola, con más cojones que el caballo de Espartero; el rostro como un deshollinador y medio asfixiado por el humo, da la vuelta a su cañón, destruye los tanques de cabeza y a cola. Esto desorienta a los italianos, desatando el entusiasmo de los legionarios quienes, abandonando sus posiciones, pasan (sin pensarlo dos veces) al ataque personal con botellas de gasolina y bombas de mano. Delgadas y sucias siluetas corretean por la ardiente arena sembrando muerte y destrucción a tutiplén. Treinta y dos carros calcinados, quedan sobre el terreno.
Aquella acción será recordada con el nombre de “el recital español”.
El fuerte continúa aguantando varios días pero el 11 de Junio, la posición es evacuada ya que la defensa es insostenible. Muchos soldados caen prisioneros. Hitler ordena a Rommel que fusile a los franceses y españoles. .Este se niega. Es un soldado, no un matarife. Quizás Rommel recordó el incidente de Noruega, cuando un oficial francés ordenó a un legionario español que rematase a un alemán malherido, tras haber ocupado al arma blanca la Cota 220:
– ¡Dale fuerte y véngate de lo que os hicieron en España!
Entonces, el español, como loco; se enfrentó con el oficial, gritándole:
–Pero ¿usted qué se ha creído que somos los españoles? ¿Unos asesinos?
Si hoy en día visitan ustedes el cementerio francés de Libia, comprobaran que cientos de nombres escritos en las tumbas, son ibéricos. Guerreros que así mismos se denominaban españoles, lucharon dignamente. Españoles que enaltecieron su país, fuesen del bando que fuesen. Y si leen la historia oficial francesa e inglesa de la batalla, comprobaran que apenas se mencionan los fabulosos hechos de armas de aquellos hombres buenos.
Todos los hombres buenos aman su patria. Desde las brumas de la historia, vascos, catalanes, andaluces, de izquierdas, de derechas, republicanos, monárquicos, pobres o ricos; combatieron y murieron por este solar patrio. Que algunos aprendan de sus ancestros. Soy compatriota de aquellos hombres y me siento orgulloso de él.
José Romero