El Primero de Mayo, desde hace 131 años, es fecha de conmemoración y reivindicación. Sin embargo, en España (y especialmente en este imperio de corrupción político-mediático que es Madrid) se ha convertido desde hace unos años en jornada para despellejar y atacar a diestro y siniestro a los sindicatos de clase. Los voceros ultras utilizan periódicamente la misma plantilla en la previa del Primero de Mayo: “no van a acudir manifestantes”; “sindicatos trasnochados”, etcétera, etcétera.
No voy a invertir espacio en contradecir ese casposo argumentario surgido de los tiempos de Esperanza Aguirre. No voy a insistir en que CCOO y UGT son sindicatos de clase que, simplemente -pero nada más y nada menos-, los conforman trabajadores y trabajadoras que deciden organizarse para defender y conquistar derechos. Tampoco insistiré en que los sindicatos de clase en este país son la última trinchera en la que se han hecho fuertes las personas más desfavorecidas y, muy a su pesar, los poderosos no han podido con nosotros. Mucho menos explicaré que el papel de los sindicatos está reconocido en esa intocable y sacralizada Constitución que entre todos trajimos a este país con mucho esfuerzo, mucha movilización e incluso mucha sangre.
A pesar de ello, cada Primero de Mayo arrecian los ataques en editoriales, artículos de opinión e informaciones. En Madrid, que es donde suelen participar los líderes confederales sindicales además de los regionales, hasta la Policía Municipal ofreció cifras verdaderamente increíbles. Estas fuerzas de seguridad dependientes del Ayuntamiento de Madrid aseguraron que en la manifestación del pasado 1 de Mayo hubo… ¡12.000 personas!
Hace ya mucho tiempo que renunciamos a las guerras de cifras porque no tiene sentido debatir obviedades. Recordemos aquellas misas católicas y “familiares” en la plaza de Colón, donde los medios de comunicación contabilizaban más de un millón de asistentes…; y recordemos que en esa misma plaza, llena de personas convocadas por los sindicatos de clase, solo cabían “unos pocos miles de manifestantes” para la misma policía, los mismos medios de comunicación y los mismos tertulianos.
La mayoría de los medios de comunicación en Madrid ni celebran, ni conmemoran, ni reivindican; atacan con la exclusiva intención de que desaparezca la única fiesta laica que agrupa a la inmensa mayoría de la ciudadanía más allá de ese 6 de Diciembre constitucional. Cabe recordar que esos mismos medios aparecen, según las instrucciones judiciales de las tramas, como agraciados con las riadas de euros de publicidad del Canal de Isabel II y otras empresas a públicas.
La derecha española, con su alma caciquil, es experta en robar símbolos, cultura y fechas al pueblo para adueñarse de todo ello. Franco quiso reconvertir el Primero de Mayo en un San José Obrero con patrioteras exhibiciones gimnásticas. Pero no cuajó, no pudo cuajar. Mientras exista la explotación existirá el Primero de Mayo, de conmemoración y reivindicación.
En Madrid, el Primero de Mayo tiene como festiva prolongación en el calendario el Día de la Comunidad. El 2 de Mayo, a pesar de la historiografía, es otra fecha que el poder ha podido transmutar en jornada de exaltación patriótica por expulsar a las tropas napoleónicas.
¿Recordamos aquellos fastos, aquel despilafarro del bicentenario del 2 de Mayo bajo la presidencia de Esperanza Aguirre ya en plena crisis? Fueron 8 millones de euros canalizados a través de la Fundación Dos de Mayo. Y fueron 15 millones de euros con los que la desangrada Telemadrid financió la película de José Luis Garci, Sangre de Mayo, que no vio ni El Tato. Aparte de estas millonadas, también están los 300.000 euros de Arturo Pérez-Reverte, que confesó cobrar 300.000 euros de la Comunidad de Madrid por ser comisario de la exposición “Madrid, 2 de Mayo”. Previamente, el escritor renunció a organizar una muestra en Cádiz porque sus emolumentos eran de 150.000 euros.
Unos fastos al servicio de los intereses políticos del rancio nacionalismo del PP, dentro de la borrachera de saqueos de los recursos públicos y de corrupción que han caracterizado los 12 años de ultralibetalismo aguirrista que ha padecido nuestra región y destrozado la credibilidad de sus instituciones democráticas. En los actos de la Puerta el Sol, se recordaba que tan solo hacía dos años habían sido convocados por un presidente que ahora ocupaba una celda en Soto Del Real.
Este año el Primero de Mayo y el 2 de mayo han sido fechas atravesadas por un sentimiento de vergüenza e indignación y una reivindicación central: NO A LA CORRUPCIÓN. Esperamos respuestas.
Jaime Cedrún
Secretario general de CCOO de Madrid
Jaime Cedrún