'Espanya ens roba' se ha convertido en el inmenso, profundo y sabio (además de mentiroso) latiguillo de Puigdemont y sus seguidores. Josep Borrell, que sabe de cuentas, lo ha desmontado con claridad y datos. Pero da igual. La verdad es amarga y no interesa a los secesionistas.
Pero lo que sí sabemos es que Catalunya ens roba temps, nos quita y roba el tiempo para dedicarnos a los problemas de verdad, a los más serios, como los refugiados, el cambio climático o la sequía, la mejora escolar, la salud ambiental. Todo eso se queda en puertas, no aparece.
Tenemos ocupadas las energías políticas, la voluntad del pueblo, con los tejemanejes de referéndums y plebiscitos (que siempre ha sido un arma cesarista).
Los secesionistas llevan la voz cantante y son los que dirigen el debate. Mientras el gobierno del Estado -rimbombante Gobierno de España- está a la defensiva, y sólo se le ocurren amenazas judiciales. Este gobierno de abogados del Estado no ejerce la política ni tiene hegemonía, sino que se atrinchera con mañas de covachuelistas y escribanos. Pero, es verdad, Castilla fue siempre tierra más de abogados que de ingenieros. Podría Moncloa tener más iniciativa, más imaginación y menos cinismo. Y Rafael Hernando ahorrarse improperios de jayán, que sobran y degradan nuestro Parlamento.
Enric Juliana hace unos días loaba en La Vanguardia la solución política de Portugal de un tripartito de izquierda con un presidente de derecha. Pero olvidaba decir que lo fundamental en Portugal es que todos los portugueses, desde el Bloco de Esquerda pasando por el Partido Comunista y llegando hasta la derecha, defienden Portugal. Allí, tonterías, las precisas. El PCP imprime sus carteles con el rojo y el verde de la bandera, allí los izquierdistas transigen con presupuestos duros a fin de salvar el país, que es lo importante.
Aquí, no. En España, como siempre en nuestra historia, tiramos cada uno por nuestro lado, y el particularismo, la rivalidad, la insolidaridad entre regiones aflora a cada paso, como muestran las malhadadas «guerras» del agua (nos gusta la contienda civil hasta en el lenguaje) o en quién tiene más aeropuertos o más AVEs. El agravio comparativo -que es una forma de envidia- es nuestra forma regional de ser y de hacer política provinciana y autonómica.
Pero lo peor es que, enredados en estas cuitas, al PSOE también se le olvidan los problemas de fondo. Da igual el rescate bancario en el que los españoles hemos perdido más de sesenta mil millones de euros, da igual la sequía, el paro y el subempleo de los jóvenes, único en el mundo civilizado, de porcentajes trágicos y que va a tener secuelas en la ética social. Nada, todo eso parece secundario. Lo importante es si somos nación de naciones, pueblo de pueblos o si España significa todavía algo.
Cataluña y sus falsas cornetas del miedo nos ha desviado de los problemas cruciales del siglo y todos le van a la zaga, sin llevar la iniciativa.
Jaime-Axel Ruiz Baudrihaye