domingo, noviembre 24, 2024
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Hacia una nueva Historia militar

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Que la Historia en general y la Historia militar en particular suscitan un enorme interés es evidente. Su atractivo entre el gran público queda patente con un rápido vistazo a las carteleras de cine y pantallas de televisión, donde en los últimos años una abundancia de títulos han buscado en ella su inspiración. El problema de muchas de estas producciones, como cualquier espectador avisado reconoce, es que muy a menudo distan bastante de ser fieles a los hechos. Un problema aún mayor es que gran parte de sus espectadores distan mucho de estar informados, con lo que la visión de la historia proyectada se convierte en artículo de fe: «Who screens the history makes the History», en palabras de Gore Vidal. Si a esto le sumamos que la divulgación científica de la Historia no pasa por sus mejores momentos, con la multiplicación en internet de blogs que escriben sobre (pseudo)Historia sin método ni filtro ‒con honrosas excepciones, desde luego‒, y con revistas que, en busca de ventas, inciden una y otra vez en los mismos tópicos manidos, a cargo de autores que escriben tanto sobre el origen extraterrestre del puñal de hierro de Tutankamón como sobre el esoterismo en el Tercer Reich, tenemos una tormenta perfecta.

Y, sin embargo, hay esperanza. No hay que menospreciar ni el nivel de conocimiento del público ni las ganas de adquirirlo. No hay que pensar que ficciones travestidas de falsas segmentatas son más atractivas que el conocimiento riguroso de lo que hicieron los hombres y mujeres que nos han precedido ‒riguroso, sí, por más que del adjetivo restalle seco y aburrido, porque somos nosotros, los historiadores, los que podemos, los que debemos, hacer que riguroso se decline con pasión y con atractivo‒. De este compromiso nació en 2010 el proyecto editorial de Desperta Ferro Ediciones, decidido a funcionar como correa de transmisión entre un mundo académico en ocasiones encerrado en su torre de marfil y un gran público ávido de contenidos de calidad en nuestro ámbito de especialidad, la Historia militar. Una Historia militar que, aun denostada cuando no directamente ignorada durante décadas en nuestro país, se revela imprescindible para el estudio del fenómeno bélico, indisociable del género humano y auténtico catalizador de profundas transformaciones políticas, sociales y económicas a lo largo de los siglos. Porque la Historia militar en sentido estricto, o historia del conflicto, que podemos definir como la disciplina encargada del estudio de las batallas, de las estrategias y las tácticas, del armamento y de los ejércitos, debe alimentarse de otras disciplinas y metodologías para poder explicar el enorme impacto del fenómeno bélico en las sociedades humanas desde todas sus vertientes.

«Hacer Historia militar también es hacer Historia social, ya que los ejércitos son espejos de las sociedades por las que combaten»

Resulta imprescindible abordar este andamiaje multidisciplinar por la Historia política («La guerra es la continuación de la política por otros medios», decía Clausewitz), punto de partida obvio para establecer el marco de los acontecimientos en que se desarrolla el conflicto. Pero hacer Historia militar también es hacer Historia social, ya que los ejércitos son espejos de las sociedades por las que combaten. En las poleis griegas y la Roma republicana, eran los hombres libres los que integraban las filas de la infantería pesada de los ejércitos, para lo cual era requisito imprescindible ostentar el estatus de ciudadano; además, debían gozar de cierto estatus económico, dado que debían costearse su propio armamento. Dos milenios más tarde, el grueso de las tropas que España enviaba a Cuba y a Filipinas estaba integradas por quintos elegidos por sorteo, pero la exención de servicio previo pago de una cuota o la compra de un sustituto garantizaba que solo terminaran viajando los hijos de los pobres, a los que además se desplumaba durante la travesía al frente, obligados a comprar alimentos a precio de oro para suplementar el execrable rancho. Tampoco podemos olvidarnos, por tanto, de la Historia económica, ya que en tiempos pretéritos las fuerzas armadas consumían la inmensa mayoría de los recursos de los estados, incluso en tiempos de paz, y los abocaban a esfuerzos extraordinarios en forma de emprésitos (Fugger, Welser o Centurión son apellidos indisolublemente asociados a la financiación del Imperio español de los Austrias) o de incrementos de la presión fiscal hasta niveles tan insoportables que estallaban en motines, como la Fronda en Francia. Y si bien algunas guerras pueden explicarse a través de la brillantez de los comandantes o la profesionalidad de los ejércitos, otras se pueden interpretar como auténticos «tests de estrés financiero» en el que el vencedor será el que mejor soporte la sangría de recursos antes de colapsar, caso de la Guerra de los Treinta Años. Por no hablar de la producción armamentística soviética como uno de los factores esenciales para explicar la victoria del Ejército Rojo en la Segunda Guerra Mundial. En un mundo en el que los fanatismos (ya sean políticos o religiosos) comienzan a cobrar nuevo auge, la Historia de las mentalidades es otra disciplina que se nos revela imprescindible en nuestra tarea de acercarnos al auténtico protagonista de las guerras, los soldados, seres humanos con distintos códigos éticos y de valores, creencias, motivaciones, perspectivas de futuro, etc. Y no podemos olvidarnos del revolucionario aporte que para Historia militar supone la aplicación de las técnicas de la Arqueología del conflicto, trabajos que, como en el caso pionero de Little Big Horn, nos han permitido reinterpretar batallas, o acercarnos a la realidad y los padecimientos del soldado napoleónico en la retirada de Rusia a través de los análisis biométricos aplicados a los restos humanos aparecidos en la fosa común hallada en Vilna en 2002. 

Todos estos elementos, sumados, definen una nueva concepción de la Historia militar que, sin perder de vista su razón de ser y su objeto de estudio fundamental, la guerra, emerge como una disciplina cada vez más respetada en el ámbito académico y con cada vez mejor acogida por parte del público, lo que explica el éxito del modelo de Desperta Ferro Ediciones. Como venimos demostrando desde 2010 a través de nuestras diferentes cabeceras de revistas y colecciones de libros, difundir una Historia militar de calidad y rigurosa, pero a la vez entretenida y al alcance de todos, es posible. Y ese es el espíritu con el que hoy nace este blog.

Desperta Ferro

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