Cuando una persona puede seguir ejerciendo el liderazgo en una organización y, en cambio, de manera voluntaria renuncia a ello en pro de otra, a la que presta su confianza y apoyo, esta última solo puede demostrarle respeto y agradecimiento; no hacerlo así pondría en evidencia que es alguien de naturaleza ruin y con una personalidad acomplejada.
Tras algunas semanas ausente y ocupada, vuelvo a estas páginas virtuales para agradecer pública y sinceramente el apoyo a mis compañeros, en especial a quienes pudiendo seguir ejerciendo la dirección de mi centro de trabajo, han renunciado a ello y me han apoyado en el reto de elaborar y presentar un proyecto que, finalmente, ha tenido la calificación más alta de la zona este. Es un éxito de todos y solo señala el principio del camino para el devenir de nuestro centro en los próximos cuatro años.
Soy una privilegiada: trabajo en algo que, no solo me gusta, me apasiona y además tengo la oportunidad de liderarlo y dirigirlo. Educación de personas adultas. Decisiva para cambiar la vida de muchas personas. En un sistema educativo cada vez más absurdamente competitivo es una obligación abordar actuaciones educativas que supongan una segunda, tercera o enésima oportunidad. La educación de personas adultas es más que eso: es escenario de integración y socialización, entorno de crecimiento y enriquecimiento personal.
Son muchos los nombres que vienen a mi memoria: personas, jóvenes y adultas, para las que su paso por un centro de educación de adultos, la consecución del título básico, el acceso a una titulación profesional, a un curso de capacitación o la adquisición de habilidades y técnicas les ha permitido mejorar su vida laboral y personal. Si hace treinta años empezábamos enseñando a muchas de ellas a firmar y leer los anuncios y rótulos, hoy trabajamos la alfabetización digital, no menos importante en este siglo XXI. Del certificado de estudios primarios, hemos pasado al graduado en secundaria y del título de FP1 al acceso a ciclos de grado superior.
Lo más importante es que, casi siempre, conseguimos que se reconcilien con el aprendizaje y se propongan seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida. Sí, soy una persona privilegiada por mi trabajo y por los buenos compañeros y compañeras que encuentro en él, con los que espero seguir pudiendo poner mi grano de arena para hacer un mundo mejor porque, como decía Paulo Freire, “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”.
Victoria Moreno