lunes, noviembre 25, 2024
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Venezuela, golpe continuo a la democracia

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Hace ya más de un año, en abril de 2016, escribí una columna en este mismo medio, Estrella Digital, que titulé “Leopoldo, el hombre más libre”. Citaba en aquella ocasión lo que nuestro Quijote le dijo a Sancho: «La libertad es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos”. Destacaba entonces la fortaleza económica y política de Venezuela hace sólo unas décadas, así como el profundo sentido de la modernidad y de los derechos humanos al parir la primera ley del mundo que abolía la pena de muerte. Y ello, bajo el gobierno provisional de Juan Crisóstomo Falcón en 1863 y enmarcada en la Constitución de los Estados Unidos de Venezuela en 1864. Y hoy lo reitero.

Pretendía, además, homenajear a un hombre cruel y contumazmente perseguido por ser libre. Me refiero al preso político venezolano Leopoldo López, nacido en Caracas el 29 de abril de 1971; alcalde de Chacao entre 2000 y 2008 y coordinador nacional del partido Voluntad Popular y de Redes Populares.

Ya en semi-libertad desde hace unos días, Leopoldo se encuentra, no obstante, bajo arresto domiciliario. Pero la situación política y social, lejos de mejorar, empeora hora tras hora. Previamente a la excarcelación de Leopoldo, grupos armados chavistas irrumpían en la Asamblea Nacional, el Parlamento venezolano, y agredían a los legítimos representantes del pueblo. Y, siendo un hecho que el presidente Maduro ha condenado el asalto y ha pedido que se investigue, lo que es verdaderamente cierto es que desde su gobierno y sus miembros se ha alimentado y promovido el ataque la sede de la soberanía nacional venezolana.

Entre tanto, este pasado lunes 10 de julio se producía el asesinato de José Rivas, candidato a las elecciones para la Asamblea Constituyente, al parecer abatido tras recibir varios disparos de bala durante la celebración de un mitin en Maracay. Además de Rivas, un joven de 16 años ha muerto igualmente en Carabobo, durante el transcurso de una manifestación opositora. Hasta la fecha, y como consecuencia de las últimas acciones de oposición al régimen dictatorial de Maduro, han fallecido, al menos, 93 personas.

Como “El sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos”, en ese sentido tan cervantino, lírico y veraz, diré que los muertos de Maduro soñarán, espero, con memoria, reparación, libertad y justicia.

Me ha gustado el talante moderado y conciliador de Leopoldo quien, a pesar de ser el preso político represaliado más popular, influyente (internacionalmente) y mediático que existe hoy en la escena política venezolana, ha lanzado un mensaje de aproximación, de mano tendida y, al tiempo, de firmeza y determinación en su posición y lucha por la libertad, los derechos humanos y la democracia en Venezuela. Federico García Lorca diría que «Hay cosas encerradas dentro de los muros que, si salieran de pronto a la calle y gritaran, llenarían el mundo». Leopoldo lo ha hecho, con su grito de rebelión pero, al tiempo, de unidad, reconciliación y concordia.

Honestamente pienso que el régimen político venezolano de Nicolás Maduro no cabe ya, ni tan siquiera, en el concepto anacrónico y gastado del viejo “chavismo”. La total deriva autoritaria y antidemocrática que ha sufrido el gobierno de Maduro, hurtando sus legítimas funciones a la Asamblea Nacional y utilizando los Tribunales de Justicia como herramientas para imponer su dictadura, certifican, de facto, el fin de la democracia en Venezuela y, al tiempo, el colapso de un sistema de gobierno corrupto y sectario que en su día, al menos, alimentaba su maquinaria y su propaganda mediante el clientelismo, el discurso populista y los ingentes fondos obtenidos a través de la venta del petróleo.

Pero de la bonanza se pasó a una profunda crisis. Al desabastecimiento. A la pobreza. A la inestabilidad política y social y, al final, a la represión policial y parapolicial más brutal.

«Un gobierno revolucionario con poder económico como el que yo presido tiene planes para pasar cualquier situación así tiren los precios del petróleo a donde los tiren». La frase es del todo poderoso presidente Nicolás Maduro y fue pronunciada durante una reunión del Consejo de Ministros en la que descartó por completo que la caída de los precios del crudo pudiera afectar al bienestar de Venezuela y los venezolanos. Corría el año 2014. Según las cifras oficiales que he podido leer, Venezuela registró al año siguiente, en 2015, la inflación más alta del mundo: un 180%. Y el presidente decretó la emergencia económica. Hoy Venezuela es el caos.

Don Nicolás, como sé que es usted políticamente zafio e incorregible, le presento al gran poeta granadino de la música, los gitanos y Nueva York, para que, al menos, reflexione sobre su futuro y el de su régimen, aunque sólo sea poéticamente: «Como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir»  (F.G. Lorca).

Ignacio Perelló

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