Dos medios de comunicación han publicado, este mes, dos encuestas que afirman que los españoles están a favor de la maternidad subrogada.
La utilización de cierto sexismo lingüístico es molesta, pero no mueve a sospecha. Lo que incita a la duda es que ninguna de las investigaciones haya presentado, entre las alternativas que analizan, la diferencia o coincidencia de opinión entre hombres y mujeres.
En realidad,esto tampoco sería muy sorprendente: los hombres suelen legislar sin la opinión de las mujeres.
De hecho, si la posibilidad de regular la maternidad subrogada está sobre la mesa es porque una formación política ha descubierto un caladero de votos lleno de hombres.
Un nicho electoral de hombres, casi siempre blancos y casi siempre ricos, por los que merece la pena aprobar una ley y anunciarla en un autobús de precio más bien caro, como corresponde.
“Resulta bastante insidioso que mientras se justifica el vientre de alquiler, se ignoren las infinitas trabas a la adopción»
Es bastante difícil de creer que una mujer sea insensible a su maternidad y esté dispuesta,a cederla.De hecho, allí donde la maternidad subrogada y altruista existe – Canadá o Reino Unido – prácticamente no se utiliza.
No es sorprendente. Quienes recurren al vientre de alquiler buscan elegir apariencia, controlar la gestación, cosas que solo ocurren en las “granjas de mujeres» y mediante pago.
Sí puede sorprender que haya mujeres que renuncien a su maternidad voluntariamente y no duden en recurrir a tratar a otras mujeres como vasijas.
Entiendo, perfectamente, que las dificultades de los procedimientos adoptivos desalienten a cualquiera. Es menos comprensible que las barreras que se establecen en la adopción, que se supone protegen a los menores, no protejan a quienes nacen por maternidad alquilada.
Y es que la clave de la cuestión no está ahí: la elección de vientre de alquiler es un proceso selectivo en que “el comprador» elige apariencia física, tipo étnico, sin más requisito que pagar su coste.
Legalizar el modelo que se practica en las “granjas de mujeres» ni es moderno, ni es progresista, ni es colaboración social, ni está teñido de altruismo
Es, por el contrario, la legalización de un modelo egoísta de comportamiento, impulsado especialmente por hombres.
Dicen las encuestas que el electorado de izquierda apoyan el vientre de alquiler, incluido el no altruista. No es raro, en realidad se trata de formaciones igualmente masculinas que hacen muy poca pedagogía respecto a los derechos de las mujeres y su autonomía personal, física y afectiva.
Mientras cuestiones aparentemente centrales ocupan el centro de la comunicación pública, se cuela por la gatera de las caravanas pagadas, los sondeos y los susurros de los lobistas, la regulación de los vientres de alquiler.
Así son los hombres que aman a las mujeres vasija: discretos, pero con pasta.
Libertad Martínez