Afirma, con toda razón, el diario AS, que Ramos no se ejercitó «por un problema de odio». Y yo lo entiendo. El evidente «lapsus machinae» del diario no solo hace que los estimables y estimados colegas de AS pasen al mundo de los humanos y humanas, sino que su redactor demuestra entender a la perfección lo que ocurre en la sique humana cuando se regresa de vacaciones.
Yo entiendo a Ramos, Vuelvo con problemas de oído, he escrito oído, de auditivo, fruto de mis excesos de playa y piscina con uno de mis dos nietos. Pero, lo confieso, vuelvo con un «problema de odio», como seguramente le ocurre a Ramos, ante la perspectiva de incorporarme a la galera ruin del trabajo, mientras familia, infames amigas y amigos, y especialmente colegas, continúan en no menos infames descansos, naturalmente bien ganados, o se aprestan a incorporarse a lúdicos festejos. Intolerable.
El regreso vacacional es terriblemente injusto. Siempre hay alguien que afirma la diversidad festiva, produciendo una injustificable distancia entre seres humanos que no deberían odiarse. !Ay, aquel viejo socialismo soviético en que todo el mundo hacia nada al mismo tiempo! Eso era igualdad.
Que conste que el columnista ha cumplido con todas las recomendaciones de los expertos acerca del retorno vacacional. Me he abstenido de enviar wasap de mis fiestas, lifaras y copas a mis colegas; incluso he hablado con ellos y ellas compartiendo sus tareas.He regresado antes de tiempo y, para aplicarme una tarea dolorosa, he visitado a mi vigilante del colesterol. Sí; pero la sicología no resuelve el problema. Entiendo al As y a Ramos: «tengo un problema de odio»
Además, y para empeorar el asunto, uno se ocupa de la opinión y la noticia. Quienes han trabajado en julio han tenido las venganzas de Sánchez, las nuevas imputaciones, a un presidente en un estrado judicial, a los inefables catalanes enredando, a la Federación futbolera, y los amigos y amigas del hijo del mandamás, enredados en muy turbios asuntos, a Trump tonteando en secreto con Putin y, por su puesto, los sucios y escatológicos finales de los «reality».
Estupendo. Y ahora uno llega en Agosto y qué: los juzgados cerrados; los líderes de vacaciones; Iglesias en paradero desconocido; Sánchez en búsqueda de que le conozcan más. Rajoy no se sabe, él tampoco. Claro, Ustedes creen que uno viene en Agosto a ocuparse de los posados, los incendios forestales, la canción más famosa o el festival de turno.
Ven Ustedes como el As y Ramos tienen razón: «un problema de odio» nos invade. Menos mal que siempre habrá un dirigente catalán para alegrarnos la página del periódico, con la más oportuna y democrática de las tontunas.
Debo afirmar y afirmo mi más profunda repulsa a esas y esos dirigentes que presumen de no hacer vacaciones por el servicio público. Mienten. Rechazo equivalente al que uno siente por los políticos y políticas que no ejercen sus permisos de maternidad o paternidad o, más aún, por aquellos y aquellas que no se jubilan.
Cifuentes, Carmena, Gabilondo, padres y medres políticos que no guardan su permiso maternal y paternal colocan a trabajadores y trabajadoras en la peor de las situaciones: la de quienes disfrutan de derechos ganados con sudor y luchas, que ven como se convierten en mamandurrias sus pequeñas ganancias laborales. Naturalmente, los próceres no se inmutan: ellos y ellas organizan su vida.
Ellos y ella no tienen un «problema de odio» porque, en realidad, tienen una vida autónoma que no depende de una rutina laboral como la de los humanos.
Amigas y amigos lectores: sean humanos. Reciban a quienes vuelven con solidaridad. No sonrían cuando les abandonen en las galeras, mientras Ustedes caminan hacia playas, valles y paraísos. Bueno, en realidad pueden hacerlo: la venganza será tan dura como el «problema de odio».
Juan B. Berga