Un prestigioso columnista suscitaba hace poco en otro diario la sucesión de Mariano Rajoy, citando a Alberto Núñez Feijóo como probable ungido. Añadía que Feijóo, junto a Iñigo Errejón, era un “mudo” con muchísimo futuro. Sabido es que por la boca mueren los peces…
Con Feijóo se trataría, si fuese el sucesor in pectore, de quien espera que le llegue su turno. Igual eso está ya pactado si bien hay quien dice que Rajoy y Feijóo no se llevan del todo bien. Sería una sucesión con entrega coordinada y pacífica. Aunque Soraya Sáenz de Santamaría guste a muchos, y probada está su competencia y pugnacidad, no parece que tenga una base política propia suficiente en su partido, pero, ya se sabe, la política se da mal a los adivinos.
Con Errejón, si este mudo tuviese realmente futuro, sería el de quien espera el resbalón de su jefe para presentarse de nuevo con sus antiguas ideas puestas al día, u otras según se tercie. En el PSOE otros están en la misma situación. También perdieron sus batallas internas y se retiraron a los cuarteles de invierno a la espera de un error de Pedro Sanchez o de un tercer mal resultado electoral suyo. Sin embargo, el último sondeo del CIS sitúa a los socialistas de Sánchez a solo 4 puntos de los peperos de Rajoy.
En realidad, el futuro está aún callado, esperando su hora. Mientras tanto, Rajoy es el presente, aunque el reloj de arena de su vida política se esté vaciando. Si Rajoy se fuese al término de su actual mandato, no parece que lo haría por cumplir el compromiso adquirido con Albert Rivera de no hacer más de dos mandatos consecutivos como Presidente del Gobierno. No habla de ello y su gente dice que el mandato anterior al actual no cuenta al ser este compromiso con Ciudadanos solo de 2016.
De irse al final de esta legislatura, Rajoy lo haría simplemente por estar quemado. Eso esperan algunos, incluso de pensamiento conservador. No intentaría ganar otras elecciones, argumentan, porque la corrupción en su partido le acabará sepultando electoralmente al haber presidido el PP imperturbablemente desde 2004 con mucha podredumbre durante su guardia. Pero lo mismo dijeron ya en 2015, aunque el sondeo del CIS puede ser un aviso.
Mientras tanto, aprobado en julio el techo de gasto para 2018, Rajoy estima que también se aprobarán en diciembre los correspondientes presupuestos. Los del 2019 no son imprescindibles porque siempre se podrán prorrogar los del año anterior para llegar a 2020, cuando tocan las elecciones generales. Eventuales mociones de censura PSOE-Podemos serán algarabía interesante pero no tumbarán a Rajoy. Los demás partidos de la oposición preferirán esperar a las elecciones generales.
Su comparecencia como testigo en el juicio de la trama Gürtel no parece haberle ocasionado perjuicio alguno judicialmente hablando salvo que más adelante le pillen en un renuncio. Su desgaste en la comparecencia fue político. Además, podría ser llamado de nuevo en otros juicios para testificar o soportar, si acaso, un careo con Bárcenas, aunque en la comparecencia de Rajoy el abogado de Bárcenas pareció echarle capotes. El sondeo del CIS refleja la vuelta de la corrupción en el PP a la primera página de la actualidad, aunque sea circunstancialmente.
Este desgaste político queda evidenciado cuando los valedores de Rajoy afirman, para evitarle otra comparecencia, que dada la (alegada) disociación entre las responsabilidades políticas y las económicas en el seno del Partido Popular, nada puede aportar un testimonio suyo ya que solo se ocupa de cuestiones políticas…. Asimismo, el papel desempeñado por los abogados de la acusación y las fiscales en su interrogatorio fue pobre. Para mejorar convendría que vean “The Good Wife” u otra serie televisiva jurídica norteamericana.
La sucesión de juicios sobre corrupción en el PP, las sentencias, los recursos y nuevas sentencias solo pueden desgastar a Rajoy, aunque pueda seguir siendo un candidato aceptable para parte del electorado si un PSOE excesivamente cercano a Podemos suscita el temor de que pueda convertirse en el introductor de Pablo Iglesias al gobierno. Otra opción para ese electorado sería, evidentemente, Ciudadanos, pero podría no ser un “voto útil”.
Rajoy aguanta mucho. Su piel de elefante no impide, sin embargo, un amor propio probablemente herido. Por eso los que esperan que Rajoy no intentará un tercer mandato subrayan, para animarle a retirarse satisfecho, la superación de la crisis económica, aunque solo sea en términos macroeconómicos, y el previsible parón este otoño de las pretensiones de los secesionistas catalanes sin perjuicio de que la cuestión de fondo quede sin resolver.
Para solucionarla serían necesarios nuevos responsables políticos tanto en Barcelona como en Madrid. Claro que, si Rajoy fuese capaz de resolver este asunto, igual le tendríamos para siempre. Ahora bien, en lo que queda de legislatura, cualquier cosa puede suceder…
Carlos Miranda es Embajador de España
Carlos Miranda