La portavoz “anticapi” y «antiturismo» catalana vive en chalecito con piscina en Palau –solitá i Plegamans, un municipio cuya renta media dobla la renta del conjunto de Catalunya. Un excelente lugar, y un diseño adecuado, para reflexionar sobre las expropiaciones necesarias para el mejor porvenir del socialismo.
No le reprocho nada. No solo no me cabe duda de que los padres de la criatura se han ganado sobradamente el derecho a su digna vivienda social sino que estoy convencida de que, pasados cien años de la revolución de Octubre, la consigna de Lenin “ socialismo es soviet y electricidad” es antigua. Mucho mejor, donde va a a parar “socialismo es chalet y contratito”.
Si es fetén ser «anticapi» en Catalunya, es igual de guay ser «anticapi» en Madrid, donde a golpe de cooperativa y contrato a dedo de los amigos y amigas concejales, se va uno colocando para cambiar el sistema, haciendo campañas de imagen, participación ciudadana en Islandia o, por un poner, dictámenes jurídicos contratados a dedo. Tengan en cuenta que un afamado despacho de abogados, contratado a dedo, es pieza esencial para el porvenir del socialismo.
Si es fetén ser ´anticapi´ en Catalunya, es igual de guay serlo en Madrid, donde a golpe de cooperativa y contrato a dedo de los amigos y amigas concejales y concejalas, se va uno colocando para cambiar el sistema.
Es muy ejemplar escuchar a un concejal afirmar que ha llegado para cambiar el sistema, al mismo tiempo que le pasaba, por anticipado, unos millones al Banco Sabadell.
Porque lo que mola es cambiar el sistema, pagando deuda por anticipado en lugar de remunicipalizar escuelas infantiles o servicios privatizados y cosas de esas con las que se llenan la boca en campaña, pero que luego nadie gestiona.
Ser «anticapi» requiere unas sencillas reglas que Usted entenderá enseguida. Si apoyan a Rajoy son cómplices de corrupción; si apoyan a los del «tres per cent» son adalides de la causa nacional y anticapitalista.
Puede parecer cínico, pero el problema de los mortales a quienes nos preocupan las cosas sociales, la izquierda y el qué hacer para que la gente viva mejor, mientras se derrumba el sistema, es que no entendemos la verdadera clave del asunto.
Si los que quieren “asaltar el cielo” apoyan el gobierno de “los viles perros” no es porque no suban el IBI de los chalets más de la cuenta, sino porque una vez dentro de los gobiernos, faltaría más, producirán la revolución social catalana, o cosa parecida.
No se confundan; es que la traducción correcta de “épater le bourgeois” (sorprender al burgués) es “darle paté al burgués”, tipo Puigdemont.
Podemos pedir que se expropien hoteles, poniendo los atriles en chalets de municipios de alta renta. Podemos pedir la nacionalización del turismo, mientras afirmamos que nada puede hacerse para remunicipalizar servicios.
Podemos exigir, naturalmente, que los fuegos artificiales sean silenciosos- la contaminación acústica lo exige-, pero ponerle bengalas a los turistas para estropearles el día es cuestión molona.
Es guay ser «anticapi», sea en Catalunya o Madrid. Podrán ser contratados a dedo o reclamar la nacionalización de los hoteles, mientras conceden licencias para hoteles de lujo en la Gran Vía. Podrán afirmar que la deuda es ilegítima, pero pagarle al Sabadell. Podrán contratar a los más caros y afamados bufetes, con puertas giratorias de abogados del estado incluidas, mientras hacen estudios sobre el futuro del socialismo municipal.
No sé cómo Ustedes no se hacen «anticapis». Recibirían Ustedes paté de esta rojísima muchachada que está contra la Unión Europea, el euro y todo lo que suene a la Europa más reciente. Total, no le van a expropiar su chalet.
Libertad Martínez