lunes, noviembre 18, 2024
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El bolardo de Forn

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El conseller de Interior de la Generalitat, Joaquim Forn, es un tipo que se autofelicita, como los mediocres. Ahí es nada. Acusa a los periodistas de decir bobadas y al Gobierno central de no ejercer de manera correcta sus competencias. Respira y se queda tan ancho. Porque este pseudo político nacionalista es más ancho que largo; un personaje de escaso recorrido, de cintura corta, que busca el éxito fugaz y la rentabilidad mortal y rosa de los medios de comunicación. La gestión de los terribles atentados de Cataluña se ha convertido para el gobierno catalán en un arma velada de distinción, de diferenciación, porque el proceso desigual lo invade todo. Caiga quien caiga.

Forn clasifica, califica y distingue. Muestra en cada una de sus deplorables declaraciones el maldito efecto diferencial que impone el independentismo radical. Habla de muertos catalanes y de víctimas españolas en una masacre internacional. Defiende a los Mossos como un cuerpo de élite distinto, autónomo y eficaz. Oiga usted, esa eficacia nunca ha estado en tela de juicio. Amarra lo propio frente a lo ajeno como el niño inseguro y agachado que espera con mala cara la reprobación y la reprimenda constante. El conseller de larga corbata parece que siempre va a estallar por la sobrecarga absurda de mala leche que lleva encima.

En las últimas horas, nos viene a decir que la instalación de bolardos en las zonas de mayor afluencia de turistas en Barcelona y en otros puntos de Cataluña es un asunto a estudiar con profundidad y de forma minuciosa por un comité de expertos. Déjese de comprobar lo comprobado. Mientras que en Barcelona se pone en duda esta medida, en otras capitales de países mundo, como Alemania, Portugal, Italia o Reino Unido ya se han blindado. Y Forn, erre que erre, para llevar la contraria y con un argumento absurdo, nos explica que si se hubieran colocado postes en las Ramblas, el atentado se hubiera producido en el recinto de la Sagrada Familia o en otro sitio. Lo que digo, la cuestión es incomodar con estupideces sin sentido. Todo es difícil, todo es imposible para Forn. Parece, no obstante, que la alcaldesa Colau de Barcelona se ha dado cuenta de la ineficacia de su compadre Forn, ya era hora, y ha reculado en pro de la seguridad más obvia. 

Joaquim Forn es en definitiva un aliado incomodo en la lucha antiterrorista, si es que es algo, un compañero de trabajo quejoso y problemático, un dirigente soberbio y malencarado que lo único que ha conseguido hasta el momento es poner bolardos a la negociación y al entendimiento necesario entre todos aquellos que buscan soluciones al miedo. Porque como dice Albert Boadella, el lema “no tenemos miedo” es falso y muy poético; sí lo tenemos y mucho”. Señor Conseller, la guerra contra el terrorismo islámico no es cosa suya; es cosa de todos.

Fernando Arnaiz

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