“Saludo agradecido por la creación de esta Escuela de Relaciones Laborales con la que la Universidad Complutense y la C.S. de CC.OO quieren contribuir al desarrollo de la colaboración en la formación de trabajadores y universitarios, tanto en materia sindical y laboral, como investigando sobre las repercusiones de la Revolución Científico-Técnica en estos temas.
Por otra parte, que yo conozca es por primera vez que la Universidad Complutense valora, a través de este acto y diploma honorario, el esfuerzo de los obreros por elevar sus conocimientos, y se hace a través de un viejo militante, miembro de CC.OO. Gracias de nuevo, les aseguro que haré honor a esta importante distinción, luchando y estudiando mientras viva.”
Son estas palabras de Marcelino Camacho. Las pronunció el 12 de diciembre de 1988 en la inauguración de la Escuela de Relaciones Laborales y al concedérsele por la Universidad Complutense de Madrid la Condición de Profesor Honorario.
El pasado 23 de junio firmé con el rector de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Andradas, un convenio con el objeto de establecer un marco de colaboración entre la Universidad Complutense de Madrid ( Escuela Profesional de Relaciones Laborales) y CCOO de Madrid con el fin de promover, desarrollar, organizar y difundir acciones de formación permanente, investigación y transferencia del conocimiento hacia la sociedad en temas de carácter social y laboral, tal como reza el propio convenio.
Estamos acostumbrados a que avances de este tipo no sean tenidos en cuenta por este mundo de banalidades y gritos, tan intensos como sin sentido, resumidos en 140 caracteres. Curiosamente, en 1988 cuando no existían las redes sociales, la dictadura del click, ni la sobreinformación permanente, el acto de inauguración de la Escuela encontró espacio en la prensa, en aquellos medios de comunicación de papel con periodicidad.
Frente a los cambios que se nos avecinan el camino a seguir es el del pensamiento y la reflexión. Por ello, nuevas realidades como la digitalización, la ausencia de puestos de trabajo físicos y la precariedad requieren un esfuerzo de formación en las relaciones laborales.
Al igual que en 1988 -no se inicia un camino, si no que se mantiene, – la voluntad de las Comisiones Obreras de Madrid de trabajar en esta línea con la Universidad Complutense de Madrid es inequívoca. La Escuela de Relaciones Laborales no solo tiene plena vigencia, si no que hay que revitalizarla con la formación permanente como objetivo fundamental.
Hago propias las palabras de la Escuela sobre sus objetivos, que con el rango de Escuela Profesional pretende llevar a efecto una labor de estudio y reflexión sobre los temas que le son propios, desarrollando su labor en un espíritu que prime la colaboración y el intercambio con la sociedad; la cooperación en los proyectos, debates y reflexiones sostenidos por instituciones públicas, sindicatos, organizaciones sociales y la sociedad civil; los enfoques interdisciplinares en el estudio del análisis e intervención social.
Y manteniendo como eje central de interés las relaciones laborales y como facetas específicas las relaciones entre trabajo, empleo, sociedad y economía social, la Escuela Profesional de Relaciones Laborales desarrolla formación, investigación, difusión y cooperación.
Huyamos de esa banalidad tan extendida y hagamos realidad las palabras de ese gran autodidacta que fue Marcelino Camacho…, “luchando y estudiando mientras viva”.
Jaime Cedrún