El mozo Rivera, de la quinta política del 2006, es el líder de partido político que más tiempo lleva al frente de su formación sin haber tenido nunca poder. Once años. Es su única conquista política. Y se despacha con una iniciativa legislativa que pretende prohibir a Mariano Rajoy, porque la proposición tiene nombre y apellidos, ser presidente de Gobierno más allá de ocho años. Veremos hasta dónde llega la muestra de incapacidad de los chicos de Ciudadanos. Afecta a derechos fundamentales, concretamente al artículo 23 de nuestra Constitución y, si me apuran, también al artículo 14.
Nadie, ni Fraga, ni Suárez, ni Felipe González, ni siquiera Julio Anguita, que son los que más han fungido en sus respectivas fuerzas políticas, ni ninguno de los que vinieron después, ha estado tantísimo tiempo al frente de un partido político sin llevar a su formación al poder como ha estado y sigue estando Rivera, ni en los partidos regionalistas o locales, en esos tampoco. Tiene el récord de fracasos, solo triunfa en las encuestas. Y ante la demoníaca decisión de los españoles de no confiar en él en número suficiente, quiere anatemizar al contrario, quiere enterrarlo en vida, fumigarlo, que no exista. La iniciativa en sí misma es un reconocimiento de impotencia, una de esas atrocidades de bar de facultad con que nos regalan los 'nuevos' partidos. Creo que no existe una prohibición tal en ningún régimen parlamentario en toda Europa. Se ha hecho en algunos regímenes presidencialistas extra-Unión Europea, pero jamás en una monarquía parlamentaria. Sería más lógico poner límites al fracaso, como el suyo, no al éxito.
La gente que no se sienta especialmente vinculada a la política, la mayoría, se preguntará por qué no extendemos las prohibiciones como si fuéramos cuáqueros de la política. Prohibamos también no presidir ningún partido político más de ocho años, o no ser concejal más de ocho años, o no ser militante más de ocho años… Nos quedaríamos sin liderazgos potables, casi seguro que sin concejales y, con absoluta certeza, sin afiliados.
Esta absurda, molesta y funesta manía de transponer elementos de un determinado sistema ajeno al parlamentarismo europeo en los partidos y arquitecturas constitucionales europeas nos está llevando a la anarquía sistémica y a la desorientación más estrepitosa del buen elector, del ciudadano común. El que Cameron en Gran Bretaña quisiera zafarse de sus problemas con Escocia y de los euroescépticos a golpe de referéndum ha sido un desastre, una medida tan lejos del espíritu británico como cercana al bonapartismo del segundo imperio y cuyas consecuencias han hecho tambalear todo en Albión. Unas primarias en los principales partidos franceses que solo sirvieron para manipular el odio contra la excelencia y perpetrar 'asesinatos' electorales uno tras otro con la consecuencia conocida de que la izquierda creía votar a uno de los suyos y se ha encontrado con un señor muy de derechas. Y muy inteligente. Las enésimas reformas italianas que nunca cambian nada e Italia sigue siendo el mismo casino político tras lustros de infinitas reformas… Generalmente estos desatinos los han propiciado párvulos políticos a los que sus cortas miras solo pretendían beneficiarse a corto plazo procurando unas medidas disfrazadas de interés general… y de resultado fatal
A Rivera se le acaba el tiempo, le entran las prisas, si en las próximas convocatorias no consigue objetivos está fuera. Por eso y por su falta de lecturas y substancia actúa a la desesperada. Sin pensar ni en el país ni en las consecuencias. Ni su artificialmente blanca sonrisa de galanzote de culebrón le va a disimular sus carencias ya evidentes. Y las que veremos en poco. Seguro.
Juan Soler es Senador de España.
Juan Soler