lunes, noviembre 25, 2024
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La ‘violación’ consumada de Pablo Iglesias

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Vaya por delante que no comulgo con Pablo Iglesias, bueno ni con ningún otro político en concreto, por mucho que tampoco sea apolítica, algo que parece que está muy mal visto por aquello de que todo el mundo tenga que mojarse en la sociedad que vivimos, incluida una mosca cojonera como yo. Dicho esto, por una vez, y sin que sirva de precedente, voy a ejercer de abogada defensora del mismo para intentar demostrar que el debate entre machismo y feminismo es una de las grandes estupideces del siglo XXI, porque es tan malo hacer adalid del primero como del segundo.

La que ha tirado por ahí esta vez ha sido una tal Pilar Gómez, que sólo es conocida por sus apariciones en tertulias políticas televisivas y no por su pluma en el diario La Razón, donde, por muy subdirectora que sea (dicen en ese periódico que hay más cargos que redactores en su nómina), no es ninguna Isabel Allende, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Arturo Pérez-Reverte o Manuel Vázquez Montalbán, por citar a cinco escritores ilustres que empezaron de periodistas. 

El 'pecado' del líder de Podemos, cometido este martes en pleno debate televisivo en Al Rojo Vivo, fue el guiñarle un ojo a la citada periodista, en un gesto casi imperceptible. «Lo de guiñar el ojo… ¡De qué va esto!», madre mía, como se puso la susodicha, que después de que Antonio García Ferreras la dijera que «no pasa nada, Pilar… Machista no es», pareció por un momento la niña de 'El exorcista' y le volvió a soltar a su 'agresor' eso de «esto es muy rancio, machista, que te guiñen el ojo. No le ha quiñado el ojo a Raúl del Pozo. Lo siento. A mí personalmente me ofende que me guiñen el ojo». ¿Y qué es lo que no te ofende a ti, Pilar, sobre todo si se trata de alguien de Izquierdas? 

Madre del amor hermoso. Si Iglesias le llega a rozar con la mano la pierna por debajo de la mesa, o hace piececitos con ella, o le dice 'qué guapa eres' (aunque sea un cumplido mentiroso) o le lanza un besito, a estas alturas puede que estuviéramos asistiendo al funeral por el hombre que, como Sean Connery en la célebre película de John Huston, pudo reinar. 

Ni imaginarme quiero, en caso de que su educación le haya permitido practicar alguna vez este juego de naipes, las reacciones de la citada Pilar jugando al mus, si su compañero la saca la lengua, para decirle que lleva dos 'pitos', si levanta las cejas, para recordarle que lleva duples, si se muerde el labio inferior, en señal de tener dos 'cerdos', si la guiña un ojo,  por llevar '31', si la manda un beso sin sonido, por aquello de tener 'solomillo', o si saca la lengua por un lateral, al contar con tres 'pitos'. ¿Se habría levantado y le habría hecho tragar la baraja? ¿Habría llamado a la Guardia Civil para que le detuviera? ¿Le habría estampado su vaso de 'Fanta', o mejor de 'Trina' (por aquello de no tener burbujas) en la cabeza?

A este paso en este país un hombre no va a poder decirle nada a una mujer por si se malinterpretan sus palabras. Seamos serios por favor, una cosa es una cosa y otra es lo que gente como la tal Pilar Gómez pretende, que en una sociedad que se considera democrática y liberal haya que prohibir hasta guiñar un ojo a nadie, bajo pena de cárcel. Claro que si a ella le ha sentado mal, ¿qué habrán hecho las compañeras de partido de Iglesias, esas entusiastas por igualarlo todo y toda que veían a su líder como el adalid de la lucha contra el machismo? A estas alturas no le debe de hablar nadie en la 'morada' de Podemos en la madrileña calle Zurita, ni en los alrededores. Lo que está claro es que él ya lo va a tener crudo para dar algún día el pregón del Orgullo Gay.

La mosca

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