“Constatar. 55 años después de haber llegado, que no me consideran de los suyos y que solamente me han dejado vivir en su país, es muy duro”. Esto decía una maestra de Cornellá y lo ponía en twitter un cargo público de ICV, Arnau Funes.
Este drama es una expresión gráfica de lo que sienten aquellos catalanes que creen serlo por trabajar durante décadas allí. Muchas son las barrabasadas que estamos presenciando en estos días, desde los dos días de sesiones del Parlament de Catalunya, donde Junts pel Si, pisoteó cualquier idea de democracia, hasta hoy donde se detienen responsables intermedios del gobierno catalán.
El choque frontal entre el inmovilismo y el unilateralismo evidencia el fracaso político y de la política.
Pero esto no viene de hoy. Durante años, el gobierno central de turno ha negociado dinero por votos con todos los nacionalistas. Desde el primer gobierno del estado en minoría, las fuerzas nacionalistas, cambiaban su apoyo por millones de euros, que como hemos visto, no se traducían en políticas públicas para su ciudadanía.
En aquel momento todo eran besos y abrazos, alguno hablaba catalán en la intimidad y otros daban lecciones de hombres de estado.
Llegó la crisis, que no solo fue económica, que también lo fue política y con ella nos enteramos de los millones y millones de euros que unos y otros nos habían robado. Casos, como Gürtel, ERE´s, Palau, Púnica, Pujol, “el tres per cent”, etcétera.
Vimos como el que era President de la Generalitat tenía que entrar en helicóptero en el Parlament, para poder aprobar unos presupuestos que recortaban aun más a los trabajadores y trabajadoras catalanas, por cierto, con una abstención pactada del PP. Mientras tanto, el “tres per cent” seguía llenando las sacas de los mismos que mandaban en ese gobierno.
Ahí se rompió el amor, el Gobierno del Estado no necesitaba los votos de los nacionalistas y por tanto ya no tenían nada que intercambiar.
¿Y qué iba a hacer, entonces, un gobierno autonómico asediado por los casos de corrupción, con operaciones suculentas en marcha y con muy malas perspectivas electorales? Pues lo que han hecho, alimentar el independentismo hasta límites deleznables.
El choque frontal entre el inmovilismo y el unilateralismo evidencia el fracaso político y de la política. “El procés” ha sido una inmensa trampa, cuyo objetivo no ha sido otro que destrozar a la izquierda y al federalismo, que en Cataluña suele ser la misma cosa. Un intento grosero de sustituir una izquierda nacional, pero autónoma, por una fracción radical que mancha el mismo titulo de “antisistema” y la historia de la tradición anarquista catalana
También, Rajoy ha encontrado en la insistencia catalana en la desobediencia y el unilateralismo, un excelente paraguas a sus políticas y un salvavidas electoral. Al Igual que los del “tres per cent” ha escondido la agenda judicial de su partido en el ruido de la defensa de la Constitución.
He escrito que lo que ocurre es el fracaso de la política. Lamentablemente, no creo que hasta el día 1 de Octubre haya margen político. Convertido en una movilización, en un maidán interminable, por un lado, y en un festival de jueces y policías por otro, lo que queda de septiembre nos llevará de susto en susto.
El choque de trenes no era una feria. No se que esperaban los que esperaban la debilidad del estado o la dejación de sus obligaciones constitucionales, ante acciones ilegales. SI el día dos, los trenes siguen en la vía, y no se prolongan las tonterías, habrá que volver a empezar.
Habrá que recordar que Cataluña no es del “tres per cent”, sino de todos y todas. Y eso es lo que obliga al pacto.
Libertad Martínez