miércoles, octubre 2, 2024
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Los diez héroes desaparecidos de los Almacenes Arias

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Hoy, después de unas semanas de descanso como colaborador de este periódico, quiero iniciar el curso hablándoles de los diez héroes anónimos que perdieron la vida en el segundo incendio de los “Almacenes Arias”, en Madrid.

Corría el año 1964 cuando los populares almacenes sufrieron un gran incendio, probablemente el más grave acaecido en Madrid desde la Guerra Civil. En aquella ocasión no hubo que lamentar víctimas mortales, aunque el edificio ardió totalmente, a excepción de la estructura metálica, con sus cinco plantas y sus dos sótanos incluidos. Después del siniestro, naturalmente, hubo que reconstruirlo por completo.

Algo más de dos décadas después, la tarde del 4 de septiembre de 1987, se producía un segundo fuego en los mismos “Almacenes Arias”, en la calle de Montera. En esta ocasión, todo indicaba que se trataría de un incendio, por supuesto complejo, pero sin grandes complicaciones, si bien la expectación fue máxima ya que se producía, nuevamente, en los almacenes más conocidos y populares de la capital de España.

Sin embargo estas previsiones, hacia las 2:45 horas del día 5 de septiembre, después de largas e intensas horas de trabajo por parte de los bomberos y, cuando el incendio se encontraba técnicamente controlado, el techo del conocido comercio se desplomó, sepultando y matando a diez bomberos que todavía se encontraban trabajando en labores de extinción dentro del edificio.

De manera espontánea, se formó una cadena humana para retirar los escombros y recuperar así los cuerpos de los finados, pero el grave riesgo de derrumbamiento de un muro y el aumento del incremento de las llamas que parecían sofocadas dificultó enormemente el rescate. Decenas de bomberos que estaban de vacaciones o fuera de servicio, jubilados o de otros cuerpos de España se unieron al operativo para rescatar a sus compañeros. También se volcó la ciudadanía. Y Madrid se puso en marcha.

Los exhaustos bomberos, agotados, pese a llevar más de 20 horas de extenuante trabajo sin descanso, no quisieron ser relevados de sus turnos hasta no dar con sus compañeros; y es que, como nos enseñó Cervantes en su última obra, Los Trabajos de Persiles y Segismunda: “En los grandes peligros, la poca esperanza de venderlos saca del ánimo desesperada fuerza».

Podría decirse que esta obra cervantina, de publicación  póstuma (Madrid, 1617) es un claro ejemplo de novela bizantina que, permítanmelo, no debe ser confundida con la comedia escrita posteriormente por Francisco de Rojas. Cervantes la consideró su mejor obra y en ella escribió su famosa dedicatoria en verso al conde de Lemos, el 19 de abril de 1616, cuatro días antes de expirar:

Puesto ya el pie en el estribo,

con las ansias de la muerte,

gran señor, esta te escribo.

Traigo a colación esta cita del manco inmortal porque, en cierto modo, el “gran señor” de nuestros días no es ya un conde y un duque poderoso, sino las Instituciones del Estado y, más concretamente y en el caso que nos trae, el propio Ayuntamiento capitalino. Y, además, porque esta lúgubre y modesta dedicatoria cervantina bien pidiera ser hoy el grito de los deudos de los diez anónimos bomberos muertos, pidiendo para los suyos memoria, reconocimiento y, sobre todo, respeto.

El pasado 5 de septiembre tuvo lugar el 30 aniversario de la tragedia y los familiares de las diez víctimas mortales solicitaron que el acto conmemorativo que se lleva cada año en la calle Montera se traslade a plaza del Carmen, dado que el ruido y la alta afluencia de gente ajena a la conmemoración deslucen y enturbian el acontecimiento.

Por esta razón, a instancias de los familiares de las víctimas y por iniciativa de la concejala Ana Domínguez Soler, el grupo municipal de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Madrid, liderado por Begoña Villacís, ha presentado una iniciativa en el pleno de la Junta Municipal del Distrito Centro con el objetivo de trasladar el acto de homenaje y recuerdo de las víctimas de los “Almacenes Arias” desde la calle Montera hasta la plaza del Carmen y, al propio tiempo, para que se cree un equipo de trabajo en el que estén integrados la totalidad de los grupos municipales, los miembros del cuerpo de bomberos y los representantes de las víctimas, que se encargue de gestionar la colocación, en el lugar del siniestro o donde consensuadamente se decida, de una estatua conmemorativa de la tragedia en la que aparezcan uno o varios bomberos en acto de servicio, lo que supondrá un gesto de reconocimiento y memoria para estos diez héroes anónimos de la ciudad de Madrid y para el cuerpo de bomberos en su conjunto.

Estoy seguro de que todos los grupos apoyaran esta justa y esencial iniciativa, pues los pueblos que ignoran a sus gentes valientes pierden en ese olvido gran parte de su propia grandeza y valentía.

Ya lo dijo Federico García Lorca: “… tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad.

Ignacio Perelló

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