Rajoy tenía que haber aceptado ya la propuesta socialista de una comisión sobre la reforma territorial que debiera de ponerse en marcha a partir del 2-O. Le falta visión política. Solo hace de gendarme, aunque sea necesario y no le guste. En esto hay que apoyarle, pero no en lo otro. Y, sin dialogo, llevamos una eternidad.
Rivera no debía de haber rechazado esta propuesta del PSOE acusándola, además, de ser un «pasteleo» entre PP, PSOE y catalanistas. Se ha puesto al nivel de Iglesias. Asimismo, debiera de haber aceptado este martes la enmienda socialista a su propuesta de apoyo al Gobierno. Le Falta flexibilidad.
Tras el rechazo de C´s a esa enmienda socialista, Sánchez debía de haber decidido la abstención socialista a esa propuesta de Ciudadanos en lugar de votar en contra para que, luego, diga su partido que de todos modos respalda al Gobierno en sus actuaciones contra el secesionismo catalán. Le falta claridad.
Iglesias habla de presos políticos. ¿Lo dirá por Cuba y Venezuela? Sabemos que no respalda la Constitución del 78. Se puede argumentar su modificación, pero mientras tanto hay que respetarla. Quemará a los que se le acerquen.
Puigdemont, Junqueras y compañía vulneran su legalidad estatutaria y constitucional, a lo que añaden una demagogia perfeccionista, bien planeada y eficaz. Unos desleales.
Para completar el esperpento, falta que Puigdemont salga al balcón de la Generalitat para proclamar la independencia catalana, aunque esta declaración ya se produjo de hecho en el Parlament en agosto.
Desde entonces hay un «conflicto civil» abierto, populista y callejero, para imponer una nueva e ilegítima legalidad catalana frente a la legitima legalidad española. Con un “acato, pero no obedezco” de su Mayor, Trapero, los Mossos pueden estar sumándose a los secesionistas pasiva y eficazmente.
Los catalanes dicen ser pacíficos. Los libros de Historia no dicen lo mismo. El conflicto civil puede deslizarse hacia violencias indeseadas, en principio, pero quizás convenientes. El Govern para pedir protección internacional, argumentando que Cataluña es como Kósovo, solo que hablan catalán. El gobierno nacional, el de todos los españoles, para poner en marcha aquello que «no quiere hacer» pero debe hacer, con todas sus consecuencias.
Este miércoles Rajoy se ha reunido con Rivera y Sánchez para recomponer la unidad de los constitucionalistas. Obviamente necesario. De sabios es rectificar, pero no conviene rectificar constantemente.
Carlos Miranda es Embajador de España
Carlos Miranda