El ruido extremo que estamos viviendo en España ha provocado que las cosas de Madrid, nuestro debate sobre el estado de la región, hayan quedado relegadas a un segundo o tercer plano informativo.
Durante este debate, el pasado jueves pudimos escuchar un discurso triunfalista y autocomplaciente de la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, rematado con el “y tú más” de la réplica.
En mi opinión, para resolver los grandes problemas que Madrid padece, hay que aparcar el corto plazo y salir de la charca, realizar un profundo análisis de la realidad y no perder oportunidades de recuperar todo lo perdido con la crisis. Seremos exigentes ante los cambios y la reestructuración del gobierno. Sean bienvenidos aunque consideramos que son insuficientes y no entran al fondo de los cambios necesarios.
Sin ningún pudor, Cifuentes dejó meridianamente claro que en Madrid los ricos siguen siendo quienes menos aportan económicamente. Ni de lejos se intuye una reforma fiscal justa para quienes menos tienen.
Es innegable que Cifuentes ha alentado un cambio al propiciar el dialogo con los agentes sociales y debo reconocer una actitud positiva de la presidenta a la hora de intentar mejorar algunos asuntos. También es cierto que el listón estaba muy bajito, tras el caballo de Atila que han sido Esperanza Aguirre e Ignacio González.
Igualmente, nos felicitamos que el viento de cola que sopla, gracias a a situación internacional, sobre nuestra economía hace que estemos creciendo por encima del 3%. De la misma manera que constatamos que esta riqueza nueva no llega a los trabajadores y trabajadoras. Crecemos y crece la desigualdad y la pobreza. Y esto, no se puede consentir
Independientemente de que la actitud inicial sea positiva, la presidenta y su equipo no pueden negar que muchos de los acuerdos a los que hemos llegado, como la Estrategia de empleo, están padeciendo una desesperante lentitud en su cumplimiento y ejecución.
La realidad de la Comunidad de Madrid es muy distinta a la que pinta Cristina Cifuentes, más cercana a Disneyland que al reino de la desigualdad y el desequilibrio.
“Las cifras son las cifras”, repitió a su conveniencia la presidenta a lo largo de su extenso discurso, y así es porque en el buen escenario macroeconómico que nos presentó, no podemos obviar que son muchísimas personas en la región que siguen padeciendo la crisis, ya que los salarios siguen estancados y el desempleo continúa en los mismos niveles que en 2008, con un desempleo cronificado del 39,7 por ciento (más de 172.800 personas).
En el diagnóstico del estado de la región no podemos olvidar que el empleo que se está creando se caracteriza por la temporalidad y la parcialidad de los contratos, produciéndose un aumento exponencial de la precariedad.
En agosto, sólo el 15 por ciento de la contratación fue por tiempo indefinido, y de estos contratos indefinidos, según la estadística, uno de cada tres desaparecerá a lo largo de un año, dado los altos niveles de rotación que se están dando en el mercado laboral. Y esto es una de las razones de la aparición de los trabajadores pobres, que tener un empleo no te saque de la pobreza y, a veces, de la exclusión.
Sí realizó Cifuentes una mención muy importante y que desde CCOO de Madrid venimos planteando desde hace mucho tiempo y con especial insistencia desde hace un año y medio. Habló la presidenta de la necesidad de un plan industrial a consensuar con los sindicatos, un plan que esperamos no se instale en el limbo de las ocurrencias.
Si la presidenta no se hace trampas en el solitario, debería hablar y actuar sobre los problemas que Madrid padece en asuntos sociales, porque hay 17.000 personas dependientes en la región que no perciben ninguna ayuda aunque tengan reconocido el derecho reconocido. Son 8.000 las personas dependientes en lista de espera de ayuda a domicilio. La atención a la dependencia sólo representan el 18 por ciento del presupuesto regional; el 75 por ciento de los recursos sociales son de gestión indirecta.
No puede Cristina Cifuentes alardear y hacer triunfalismo en asuntos como la sanidad regional que, efectivamente, si es de las mejores del mundo es por sus profesionales, su vocación y su voluntarismo. Porque, otra vez, “las cifras son las cifras”: hay 80.000 personas en listas de espera quirúrgicas; 368.000 en listas de especialidades; 108.000 en listas de pruebas diagnósticas…
Mencionó la presidenta a los sindicatos al repasar la educación regional. Y habló de un hecho, un preacuerdo acordado con los sindicatos del sector. Yo lo que le pido es que lo lleve a Consejo de Gobierno y lo apruebe porque no puedes mantener una situación así a la espera de que demos el visto bueno a todo el pacto educativo. Que no se engañe, el pacto en educación solo se conseguirá si negocia con los que somos interlocutores válidos, no sirve un proceso de participación “urbi et orbi “ cuya conclusión ha sido un texto de consenso de la derecha educativa.
Una de las pocas cifras económicas que dio la presidenta fue el coste de su anuncio estrella. Esto es, la ampliación del Metro que es a toda luz insuficiente y falta de lógica porque lo que hay que hacer de una vez por todas es unir el Metrosur y el Metro de Madrid.
Sin ningún pudor, Cifuentes dejó meridianamente claro que en Madrid los ricos siguen siendo quienes menos aportan económicamente. Ni de lejos se intuye una reforma fiscal justa para quienes menos tienen. Deberíamos mirar iniciativas de otras regiones sobre el impuesto de Sucesiones para que lo paguen quienes más tienen, además, no es de recibo que 15.000 millonarios de la región estén exentos a la hora de pagar el impuesto de Patrimonio.
El PP y Ciudadanos se enzarzan en una pelea por quien baja más impuestos en el IRPF. Cometen una grave arbitrariedad, no beneficia más que a las rentas medias y altas.
El PP y Ciudadanos se enzarzan en una pelea por quien baja más impuestos en el IRPF. Cometen una grave arbitrariedad, no beneficia más que a las rentas medias y altas. Por qué no bajan el IVA para los productos esenciales, por qué no suben el IRPF a las rentas altas y de capital o cobran los impuestos de sucesiones y Patrimonio a los multimillonarios de la región.
Por mucho que quiera la presidenta, no podemos obviar la corrupción, siempre de triste actualidad como modelo político impulsado por el Partido Popular en el último lustro, comenzando allá en el año 2003 con “el tamayazo” de Esperanza Aguirre, al que han seguido casos como Gürtel, Púnica o Lezo, con la implicación y detención de Ignacio González, presidente y Francisco Granados, vicepresidente de la Comunidad de Madrid y últimamente la imputación de Alberto Ruiz Gallardón.
Además de alcaldes, consejeros, diputados y concejales. Esta salsa sigue ahí y los madrileños debemos ser resarcidos del expolio padecido. Por eso, sus propuestas de regeneración vienen lastradas y escasas de credibilidad.
La realidad de la Comunidad de Madrid es muy distinta a la que pinta Cristina Cifuentes, más cercana a Disneyland que al reino de la desigualdad y el desequilibrio.
Jaime Cedrún