lunes, noviembre 25, 2024
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Welcome catalan refugees

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La entrevista televisiva a Puigdemont demuestra que hemos partido de un error sobre el referéndum ilegal catalán. Lo llamamos 1-O, como referencia del primero de octubre. Pero no es así: significa uno a cero (1-0). Basta un solo voto del sí frente a cero del no para que Puigdemont proclame la independencia de Cataluña. No hay mínimo porcentaje de participación para juzgar válida la votación. Basta con un solo voto a favor del sí.

El referéndum ilegal no es un atropello para la ciudadanía española en primera instancia. El gran error mediático y político interesado es presentarlo como un conflicto Cataluña-España.

El gran agraviado de esta independencia low cost,  todo a un voto, es la otra mitad del pueblo catalán. Va a despertarse tras el 1-O independiente sin haberlo deseado, negociado ni pactado.

El dilema del Estado español es el mismo de Lincoln: ¿dejamos que esclavicen a los negros para que no haya secesión o defendemos la Constitución que proclama que todos los hombres son iguales aunque se quiebre la unidad nacional. ¿Abandona el Estado  a los catalanes que no desean la secesión o queda como el pistolero de Europa por perseguir las urnas por más que provengan de un taller chino o del 3%?

Es una pelea desigual cuando pelean los catalanes del sí contra los catalanes del no. Prácticamente toda la prensa y administración catalanas están a favor del sí. Los del no habitan la clandestinidad, y camino de reeditar el diario de Ana Frank.

Pero cuando interviene el Estado se victimiza a los del sí: faltan cinco segundos para tener una imagen de un  separatista haciendo parar una furgona policial como remedo de Tiananmen. Quieren mártires. Y el estado  se los da a raudales por más que sea el estricto cumplimiento de la ley. 

No es fácil salir de esta encerrona gestada por los Hamelin de esta bandada patriótica que en glorificar los estragos de Felipe V llevan gastados más de 200 millones de euros. ¿Cuántos hospitales se podrían haber hecho?

De entrada, hay que restablecer el derecho a diferir en Cataluña, pisoteado por el vacuo derecho a decidir (¿decidir por qué vía, con qué mayoría, con qué garantías…?.

Aceptado el derecho a diferir, algo quebrado en el Parlament, esos dos bandos sociales catalanes enfrentados en torno al sí o al no deben pactar su mínimo común denominador sobre su futuro político como comunidad.

Y, entonces, sólo entonces, cuando los catalanes hayan sido demócratas con sus conciudadanos, el resto de los españoles nos pronunciaremos. Y seremos demócratas. Como lo fuimos en 1978. Había tensiones centralistas y autonomistas, pero hubo consenso.  Y se abrirán vías diversas: aceptar un referéndum o su secesión si fuera un mayoritario clamor pactado en Cataluña.

No deseo ser compatriota mediante tanquetas. Pero no quiero que separatistas fascistoides acorralen a los partidarios del no. Por eso, para clarificar instaría una consulta estatal ya en Cataluña para que elijan un modelo mientras deciden su futuro: ¿aplicación del artículo 155 o congelación de los pagos del Estado (mossos, pensiones, fla…) hasta que decidan si quieren o no ser parte de España?

Es preferible enviar pensionistas a las sedes  de la CUP que furgonas policiales. Cataluña debe sentir el vértigo de ser independiente. Y el Estado debe dejar de ofrecer más competencias ni fondos. Porque no se puede desnudar a otras regiones para comprar su adhesión ni hay fórmula que encaje a Cataluña con mayores competencias.

Hijo, si quieres te vas de casa, pero la play te la pagas tú. Trapero, si te indigna cumplir tu promesa de defender la Constitución, renuncia al salario estatal. Y, si no, que el Estado congele tu sueldo y demás mossos dudosos.

Los partidos de izquierdas, PSOE y Podemos, pueden acorralar a Rajoy por muchos motivos. Pero aquí toca mojarse: ¿quieres privar de fondos a las regiones pobres para privilegiar a la rica Cataluña? Basta de pedir diálogo entre Generalitat y Gobierno central. Es la trampa para escenificar que Cataluña es la Hungría comunista que  vive bajo la amenaza de los tanques de Moscú. Y eso vende internacionalmente. Pobrecitos, no pueden ni votar. No, que la izquierda exija que dialogue Puigdemont con sus compatriotas. 

La izquierda denuncia las amnistías fiscales y demanda ayudas para los emigrantes, pero aquí defiende al que quiere quedarse para sí sus impuestos. Marx no lo entendería. Ni Pablo Iglesias, el fundador de la UGT.

Pero por encima de esta quiebra entre Cataluña y el resto de España me preocupa más la ruptura entre catalanes por este clima de tufo nazi o preguerra civil. El que no vota sí es un traidor. Pero el traidor es tu cuñado, tu panadero, tu compañero de despacho… Media Cataluña es traidora. ¿Qué se hace con el diferente una vez señalado? Euskadi fue pionera en qué debía hacerse cuando un vasco era tachado de españolista, de traidor… Primero te elimino de la vida política, luego socialmente, y luego físicamente. ¿Exageración? No, es Patria, que no es una novela, es la historia de un nacionalismo de chicos majos que acabaron matando a 800 seres humanos, pero antes los lincharon socialmente.

Si ya son traidores poetas muertos en el exilio franquista como Machado cantautores antifranquistas como Serrat, ¿cómo se vivirá tras el 1-O?

De seguir esta deriva, Carmena deberá desplegar una nueva pancarta en el Ayuntamiento de Madrid: welcome catalan refugees.

 

 

 

 

 

 

 

Francisco Mercado

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